miércoles, 18 de diciembre de 2013

Clarín y Su único hijo

Aviso para navegantes: esto no es una reseña. Solo quería comentaros que hace cerca de un año me uní el reto Seamos Realistas del fantástico blog de Carmen y amig@s. Lo hice sin mucha convicción, pero la verdad es que he terminado leyendo más obras de las que me había propuesto, podéis verlo aquí. Tanto es así, que me he leído alguna más de la que todavía no os había hablado.

El título al que me refiero es Su único hijo, la otra novela de Clarín, y es que, con semejante hermana mayor, esta será siempre eso: la otra. Ahora no os voy a venir con el tópico de que vive injustamente a la sombra de La Regenta, porque no creo que sea así, pues se trata más bien de una novela modesta que, no obstante, se deja leer.

Os la recomiendo. No es  muy larga, aunque precisamente creo que tiene un gran defecto, y es que da toda la impresión de que el autor podría haber hecho un relato más corto, al estilo de Pipá o la ya comentada Doña Berta, pero que en un momento dado ha divagado hasta llegar al doble de páginas.

De todos modos y como ya os decía, esto más que una reseña es una disculpa para enseñaros la foto que hice esta semana, y que es esta:


En su día os había enseñado la foto de la tumba de Anne Brontë, pero es que a veces una se da cuenta de que no basta con saber viajar, también hay que saber vivir, y tu ciudad también te brinda rincones únicos que no aprovechas.

Resumiendo, que yo a Clarín le debía una visita, y me pareció justo hacerlo antes de que acabase el año.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Ceniza en los ojos, de Jean Forton



Uff, cuánto tiempo sin escribir aquí, con la de cosas bonitas que he estado leyendo últimamente… Prometo futuras reseñas de A la caza del amor, Cómo ser mujer o Signatura 400, pero de momento vamos con Ceniza en los ojos, la primera de mis lecturas otoñales.

Un treintañero, con más o menos dinero y más bien poco que hacer, se enamora de la joven Isabelle al verla de manera fortuita por la calle, y pone a partir de entonces todo su empeño en tratar de seducirla. Y curiosamente lo consigue. Este es, ni más ni menos, el argumento de Ceniza en los ojos, de Jean Forton.

Llevaba tiempo detrás de este libro, y al final me ha decepcionado un poco. Ceniza en los ojos te lo venden como una especie de Lolita underground. No voy a negarlo, uno lee la sinopsis y las coincidencias con la obra de Nabokov son evidentes, pero a partir de ahí cualquier parecido es pura coincidencia. El tono que Forton le da a la obra es totalmente distinto. Lejos de aquel Humbert Humbert que vivía rodeado de traumas, nuestro don juan es una persona sin ningún tipo de problemas: rico heredero, siempre ha hecho de la vida lo que ha querido (que no ha sido mucho), y en esta ocasión parece que quiere matar el tiempo seduciendo de manera vil a una adolescente.

No os quiero adelantar mucho, pero a partir de este punto el capricho se vuelve obsesión, y a medida que avanza la trama todo se va volviendo más sórdido. Ese detalle me gustó, porque su protagonista en este sentido es muy complejo y está muy bien perfilado, y la adolescente lejos de ser una Lolita es lo que se espera de alguien de su edad: una niña muy insegura, y de hecho del montón.

Pero yo le veo un gran problema al libro. Aunque la narración y la construcción de personajes me parecen impecables, en ocasiones la lectura se hace simplemente tediosa, sobre todo a medida que se va precipitando el final. Detalle casi sin importancia que para nada desmerece la habilidad del autor en un inteligente uso de recursos como el monólogo interior.

Lo mejor de la novela, la edición de Blackie Books, y un delicado pesimismo nada fácil de conseguir. Y vaya, que así grosso modo, mejor que Nabokov.




martes, 5 de noviembre de 2013

Peregrino






¿Volver? Vuelva el que tenga, 
tras largos años, tras un largo viaje, 
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.

Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde, y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.

No soy yo muy de poesía, pero Luis Cernuda bien se merecía una mención en su efeméride. Espero que os guste.

lunes, 4 de noviembre de 2013

This Holiday, PLEDGE TO GIVE BOOKS!




Fantástica iniciativa, y no solo por lo fan que soy de Gemma Correll (algún día debería hablar aquí de algunos de los libros de esta genial ilustradora). Si queréis donar un libro solo tenéis que entrar aquí y pinear/tuitear/compartir:

http://www.chroniclebooks.com/landing-pages/givebooks/


viernes, 11 de octubre de 2013

Coral Glynn, de Peter Cameron




Una, que es un animal de costumbres, decidió devorar este libro por dos simples hechos: la editorial Libros del asteroide, que cuenta ya con un hueco especial entre mis libros de cabecera, y el autor, y es que después de Algún día este dolor te será útil me picó la curiosidad con Peter Cameron.

Gracias a dios que una es un animal de costumbres, efectivamente, porque Coral Glynn es una joyita que animo a todos a que leáis. En ella encontraréis la historia de una joven enfermera, Coral, que en los años 50 acepta un trabajo para cuidar a la anciana señora Hart, enferma terminal que vive con su hijo Clement en una casa de campo inglesa. Las respectivas soledades y sufrimientos de Coral y Clement harán que sus caminos se crucen de manera irremediable, dando lugar a una historia de amor nada convencional.

Si tuviera que calificar la novela con un solo adjetivo, este sería el de sentimental, pero no en el sentido de género que tradicionalmente se le ha dado sino en el más amplio sentido de la palabra, porque la historia habla, más que de amor, de sentimientos, haciendo que nos vayamos adentrando poco a poco en lo más íntimo del alma humana de cada uno de los personajes.

¿Y cómo teje Peter Cameron todo esto? Con grandes dosis de folletín, algún que otro guiño a Rebeca y, sobre todo, mucha elegancia, tanto en la narración como en el tratamiento de los temas más macabros o rocambolescos.

Y sí, he llegado a Coral Glynn por medio de Algún día este dolor te será útil, pero hay que dejar bien claro que si bien hay pinceladas propias del estilo del autor, tanto en la trama como en la recreación de ambientes estas dos novelas se alejan tremendamente una de la otra. Sin embargo destacaré la razón por la que ambas me han gustado tanto, y es simplemente porque no son obvias.


viernes, 27 de septiembre de 2013

La mujer del viajero en el tiempo, de Audrey Niffenegger



Tengo la sensación de ir siempre contra corriente... Mientras que todos los blogs volvían a su productividad habitual el 1 de septiembre, como un clavo, a mí este mes me ha hecho dormirme un poco en los laureles, y tampoco es que haya estado leyendo menos. Pero venga, voy a ver si me quito de encima la pereza y os hablo un poco de uno de los últimos libros que cayó en mis manos: La mujer del viajero en el tiempo, de Audrey Niffenegger.

Empecemos por lo importante: me gustó, no sé si añadir que moderadamente, pero creo que es una buena novela y que está fantásticamente construida, cosa nada fácil para una autora nobel como era por aquel entonces Audrey. Algunos pensaréis que faltaría más, que eso es lo mínimo que se le puede pedir a una historia, pero hay que reconocer que cuando se entrelazan líneas temporales la cosa se complica...

Me explicaré mejor. Como su propio título nos indica, La mujer del viajero en el tiempo trata precisamente de eso, de continuos viajes en el tiempo y una historia de amor: Henry ha nacido con un extraño desorden genético, que le lleva a viajar adelante y atrás en el tiempo de forma involuntaria. Así conocerá a su esposa, Clare, o más bien será ella la que le conozca a él cuando tiene solo 6 años. Para Henry es aún más complicado, pues no la conocerá a ella hasta los 28, cuando Clare ya tiene 20. A partir de ese momento el futuro de Henry se plaga de continuos viajes al pasado y al presente, donde se encontrará con su esposa a diferentes edades: Clare de niña, Clare de adolescente...

He de reconocer que por razones exclusivamente personales me gusta el tratamiento que se da del tiempo en la novela, o más bien, lo clara que termina quedando la línea temporal. No pude evitar acordarme de una conversación entre amigos que mantuve no hace mucho sobre los planteamientos de las sagas de Regreso al futuro y Terminator. Yo me mostraba partidaria de la segunda, siempre me ha parecido más poética esa teoría, y esta novela responde totalmente a esos parámetros: nada de lo que Henry haga podrá cambiar el presente, y se verá envuelto en continuas paradojas.

Aunque el planteamiento pueda parecer una locura, en realidad la trama está muy bien desarrollada. Nos encontramos ante una novela bien construida, con personajes muy bien perfilados que enseguida logran el pacto de ficción del lector, y es que tras unas pocas páginas ya aceptamos los saltos temporales como algo normal, algo incluso con lo que nos podemos sentir identificados, pues al fin y al cabo de lo que Audrey Niffenegger parece hablarnos es la de la incomunicación que existe a veces entre las parejas, o las dificultades para poder sintonizarse a pesar del amor.

Si me permitís que le saque un pequeño defecto, creo que La mujer del viajero en el tiempo me hubiese gustado mucho más si se hubiese prescindido del melodrama en la última parte de libro. Curiosamente fue en ese punto donde yo percibí que se perdía realismo.


Ah, y casi se me olvida: cómo no, hay película aunque yo no la he visto. Al parecer en ella podéis Rachel McAdams y Eric Bana como Clare y Henry con dios sabe qué resultados. Si eso id viéndola vosotros y ya me contáis.


sábado, 24 de agosto de 2013

Nación Prozac, de Elizabeth Wurtzel



Una vez más, las críticas encontradas a una obra en goodreads resultan curiosamente enriquecedoras. Antes de empezar Nación Prozac lo primero que leí fue a alguien que decía, hablando en román paladino, que su autora Elizabeth Wurtzel parecía estar encantada de haberse de conocido. Y así es.

Y es que lo primero que me ha llamado la atención de esta especie de autobiografía es la gran carga de egocentrismo que recae sobre la protagonista, porque uno siempre se imagina este tipo de trastornos afectando a las personas de otra manera totalmente distinta... Pero no nos confundamos, lo comento como lo que es, una curiosidad y no una crítica.

Si os digo la verdad, me pongo a reseñar Nación Prozac un poco en plan kamikaze, sin tener una opinión realmente formada acerca de la obra, pero como me pareció interesante leerla, creo que también es interesante hablar de ella.

Antes de nada, una advertencia: no esperéis encontrar en este libro una auténtica novela, con su planteamiento - nudo - desenlace. En ella su protagonista, Lizzie, nos contará su experiencia como joven depresiva, centrándose sobre todo en su etapa de estudiante en Harvard, y cómo esa bendita droga llamada Prozac salvó su vida.

Por ello es lógico que la narración en ocasiones resulte un tanto errática, y los detalles parezcan dispuestos al azar, pero es que la depresión parece no tener nada de lógica precisamente, y en parte es ese caos lo que refleja la estructura de la obra.

En este punto precisamente es donde creo que falló la película, en querer disponer todos los detalles dentro de un orden que, en mi opinión, resultó totalmente artificial y que impiden al espectador apreciar esta enfermedad como lo que realmente parece ser, que es un proceso.

Lo recomiendo, buena lectura, y os lo dice una que lo leyó prácticamente enterito en la playa. Tema sesudo pero fácil digestión. Ni tan mal.



lunes, 19 de agosto de 2013

La sal de la vida, de Anna Galvada


Creo que La sal de la vida entrará en mi lista de grandes decepciones, lo que tiene mucho mérito habida cuenta de que me puse a leerlo por casualidad y sin esperar absolutamente nada de él. Bueno, tanto como nada no, a mí me gusta que al menos no se tome al lector por tonto.

Esta obra de Anna Gavalda (no había tenido nunca el gusto), que no sé muy bien si clasificar como novela, novela corta, cuento largo, o qué, trata de lo siguiente: Simone, Garance y Lola son tres hermanos que se dirigen a la boda de un familiar, pero justo antes de la ceremonia deciden huir para visitar a su hermano pequeño, Vicent, que trabaja como guía en un palacio.

Hasta aquí parece que nos prometen una historia emotiva y humorística sobre la familia, como esas típicas películas independientes europeas. Pero lo que para mucha gente es la recreación de la infancia robada de unos hermanos, para mí no es más que un relato pedante y pretencioso donde la autora los personajes parecen mirar al lector desde un pedestal hecho a base de supuesto ingenio e inteligencia burguesa.

Tengo que admitir que durante las primeras páginas el libro me estaba resultando entretenido (aunque tampoco gracioso y mucho menos hilarante) pero para mí la historia fue fallando a medida que conocía a sus protagonistas. Para los que ya la hayáis leído, creo que me vais a entender perfectamente cuando digo que no me siento para nada identificada con Garance, el primer personaje que nos presentan, y sin embargo sí con su cuñada. Y el resto de los hermanos no salen mejor parados.

Además, y esto es una cuestión personal, nunca me han gustado las novelas con referencias culturales tan descaradas y obvias. Sinceramente, ese final de 3 páginas citando canciones de Björk, Pulp y Jeff Buckley se me indigestó un poco.

Eso sí, no todo es malo y La sal de la vida tiene un gran punto a su favor: su extensión. Creo que no hubiese aguantado ni una página más de las 150...




viernes, 16 de agosto de 2013

La trama nupcial, de Jeffrey Eugenides




No sé si es una casualidad o un cúmulo de circunstancias personales, pero el caso es que no paro de encontrarme una y otra vez con historias de universitarios, lo que quiere decir que estoy hartita de leer y de ver cómo se supone que los jóvenes pasan de la adolescencia a la edad adulta. Después de esto vendría un largo "bla, bla, bla", pero entonces aparece La trama nupcial, y la verdad es que no puedo decir nada malo de este libro (o sea, que así, sí).

Antes de empezar a leerlo no pude evitar hacer lo que suelo hacer siempre, que es echarle un vistazo a las críticas en Goodreads, y me ha llamado poderosamente la atención que mucha gente no parara de nombrar una y otra vez la anterior novela de su autor: Middlesex, que casi siempre parece salir ganando.

Por si me lee algún seguidor de Jeffrey Eugenides, he de dejar un par de cosas claras antes de que sigan leyendo este intento de reseña, para que vean por dónde van los tiros:

1) Sí, en su momento leí Middlesex. Supongo que el Premio Pulitzer era bien merecido porque la novela me gustó y mucho.

2) Creo que la gente olvida de manera injusta su primera obra, Las vírgenes suicidas, que no tiene Pulitzer pero que me parece mucho más redonda.

Supongo que es inevitable intentar comparar La trama nupcial con sus hermanas mayores, más que nada porque con este ritmo de trabajo este escritor comienza a parecerse al cometa Halley, y uno siempre intenta unir los libros dentro del mismo universo. Pues bien, a pesar de esto no pienso caer en la comparación, aunque os voy a hacer una confidencia que espero que quede entre nosotros: no me parece que Middlesex sea mejor. En absoluto.

En La trama nupcial Jeffrey Eugenides nos transporta a principios de los ochenta mediante el personaje de Madeleine, una joven enamoradiza e idealista, que está trabajando en su proyecto fin de carrera sobre el matrimonio en la literatura inglesa del siglo XIX. Pero la trama comienza a recordar levemente a Jane Austen cuando conocemos a su amigo Mitchell, estudiante de teología, que está enamorado de nuestra protagonista, aunque esta a su vez a quien quiere es a Leonard, un joven que parece no ser demasiado conveniente para ella.

Este triángulo amoroso, tan propio de las novelas de la época estudiada por Madeleine, funciona a la perfección gracias a la inteligente narrativa de Eugenides, que se toma su tiempo para presentarnos a cada personaje, y cuyo ritmo es tan trepidante como el de las mejores novelas victorianas.

Y el libro al final deja un regusto amargo, porque no deja de ser realista que el camino a la madurez pase por la frustración y infelicidad. Y al final uno no sabe muy bien si eso lo provoca la edad adulta o el matrimonio.

En definitiva, una gran novela, para mí la mejor del autor hasta la fecha. ¿Y ahora qué, Jeffrey? ¿Nos volveremos a ver en 2020?


viernes, 12 de julio de 2013

Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós




Quien siga manteniendo que la novela es la más "sucia" de las formas de expresión literaria, porque cualquier cosa que se cuente en ellas sería fácilmente resumible en pocas páginas, escenas o versos, miente. Y si sigue en sus trece, que coja Fortunata y Jacinta y se atreva a desechar uno solo de los párrafos de las más de mil páginas que componen la obra.

Y es que Galdós no deja nada al azar, ni tampoco es un autor que guste del relleno aunque lo pueda parecer. Ya empezando por el título, acompañado con la apostilla de Dos historias de casadas, que es muy necesaria para saber lo que en realidad nos vamos a encontrar, que son las historias de estas dos mujeres, cuyas vidas confluyen pero apenas se tocan.

Para poner al lector en antecedentes, ahí va el argumento: Juanito Santa Cruz, un joven caprichoso de clase acomodada, conoce de manera casual a la hermosa Fortunata, de clase social más baja. Tras abandonarla embarazada, se casa con su prima Jacinta, mujer muy cabal y virtuosa que parece llevar una vida perfecta de no ser por el detalle de que es incapaz de tener hijos. Pronto empezarán nuevamente las idas y venidas de los amores entre Juanito y Fortunata al casarse esta de manera forzosa con el abúlico farmacéutico Maximiliano Rubín. Puro folletín acompañado de una buena dosis de estudio sociológico.

Supongo que no es fácil escribir una novela tan larga (en mi caso, ni siquiera una corta), porque uno corre los clásicos riesgos de los cabos sueltos, las tramas farragosas y un sinfín de despropósitos que don Benito ha sabido esquivar. En el caso de Fortunata y Jacinta creo que su valor reside en una estructura perfecta: cuatro partes donde se desarrollan los diferentes triángulos amorosos que marcan la vida de las dos infelices casadas.

Y a propósito de este punto sobre la extensión de la obra, os tengo que decir que yo la he leído en mi Kindle (podéis descargarla aquí), y es un alivio no llevar semejante tocho en el bolso, pero muy mal estas ediciones sin una triste nota, seguramente hubiese sido mejor tirar de una edición de Cátedra aunque sean dos tomos, pero ya es tarde.

Retomando la cuestión, además de lo típico reseñable en las novelas galdosianas, como la impecable construcción de los personajes o el hábil y detallado uso de la descripción, llama la atención el juego de perspectivas, al que quizás un lector actual esté ya habituado, pero que no le resta mérito a la obra. Así, aunque tenemos un narrador omnisciente, las diferentes tramas son narradas desde el punto de vista de Jacinta y de Fortunata, sin emplear la tediosa maniobra de emplear para el mismo tiempo diferentes perspectivas, sino viendo por ejemplo un hecho desde el punto de vista de un personaje, pero sus consecuencias desde otro diferente. Y en este punto me quito el sombrero, porque si es complicado explicarlo más lo habrá sido idearlo y ponerlo en práctica.



Os recomiendo este clásico, que es para mí la mejor novela de Galdós que he leído hasta la fecha, lo que equivale a decir que es una de las mejores novelas que ha dado nuestro país. Y por último solo quiero añadir que me ha parecido realmente disfrutable la recreación de ambientes. Qué ganas le entran a uno de volver a Madrid y pasear por la calle Postas...


domingo, 23 de junio de 2013

Buñuel y una biografía de verdad: Mi último suspiro



Siempre me han hecho gracia las críticas a esos libros de las Cincuenta sombras y todo ese porno para mamás que vino después. No es que yo quiera defender el género, simplemente es que si simples son esos libros más simples es expresarlo en voz alta como si los demás no nos hubiésemos dado cuenta (aprovecho para de decir que servidora se ha leído alguno que otro, así que no me malinterpretéis). No ocurre lo mismo con otro género, el de las biografías, que salvo contadas ocasiones no son más que pseudoliteratura, y sin embargo suelen contar con el respeto de aquellos lectores "serios".

Pero tranquilos, no os he atraído aquí con el título con promesas de hablar de Luis Buñuel para luego ponerme a hablar solo de fruslerías, lo que quiero decir con todo esto es que me he dado cuenta de que este género no tiene por qué ser siempre literatura de segunda, y para muestra un botón: Mi último suspiro me ha llenado más que muchas novelas.

¿Dónde está el quid?, ¿en que Buñuel era un genio de verdad? Sería un genio, no os digo yo que no, pero no nos vamos a engañar, si os animáis a leerlo veréis que entre un comentario inteligente y otro, dice una buena sarta de tonterías... La cosa está en que se trata de una autobiografía escrita con cariño, sentimiento y mucho, muchísimo sentido de la estética, algo de que lo que a menudo carecen escandalosamente estos libros.

Recuerdo que hace muchos años, en la celebración de algún centenario o algo similar, leí una entrevista rescatada de Buñuel en la que hablaba de la envidia que le producían los escritores, pues de haber sabido escribir nunca se hubiese metido a hacer cine. Por eso años después me sentí intrigada al encontrar su autobiografía, y tras leerla he de decir que qué pena que los malos escritores de verdad no sean así, porque me ha parecido lo mejor que se puede esperar del género.

Aunque parezca que se trata de un libro escrito a trompicones, con recuerdos dispersos sin un hilo que nos indique lo que debemos ir esperando al pasar la páginas, nos encontramos ante un relato muy cuidado (lo que no sabemos es si gracias a Buñuel o a Jean-Claude Carriére),  y aunque a veces parezca talmente que nos encontramos ante el flujo de conciencia del propio autor, responde a la visión onírica de la obra, pero también la que Buñuel manifestaba tener sobre su propia vida.

Os guste o no el cineasta, lo interesante del libro no es la vida del de Calanda ni su filmografía, sino su punto de vista como epicentro histórico y cultural del momento que le tocó vivir. Y al lado de todo tipo de datos y reflexiones sobre sus películas están las no menos importantes sobre la vida, la muerte y el camino a la vejez.

Os recomiendo esta biografía que, como debe ser, habla precisamente de eso: de la vida.


viernes, 31 de mayo de 2013

Feminist Ryan Gosling


Me vais a permitir esta micro entrada para que os cuente que hace unos días me regalaron este libro, Feminist Ryan Gosling (Feminist Theory from Your Favorite Sensitive Movie Dude), que me ha encantado y me ha parecido muy curioso así que os lo enseño (además, esto se llama Qwerty Libros, no Qwerty Novelas, ¿verdad?).

Se trata de una recopilación del blog Feminist Ryan Gosling, una curiosa idea de ligar fotografías del actor con frases relacionadas, en mayor o menor medida, con el feminismo, pero siempre muy ingeniosas. Mi preferida es esta:


Esta idea tan simple pero efectiva fue ganando popularidad con el meme "Hey girl", hasta el punto de que la creadora, Danielle Henderson, ha tenido la oportunidad de recopilar muchas de estas frases en un libro que ha acompañado de un prólogo donde nos cuenta cómo surgió la idea del blog.

Os lo recomiendo,  no os vayáis a pensar que es tan superficial como parece, resultan muy provechosas las alusiones a las teorías feministas (si eres una persona curiosa, aprenderás mucho googleando) y es muy divertido, por no decir que no debéis subestimar el poder de Ryan Gosling.


sábado, 25 de mayo de 2013

Levantad, carpinteros, la viga del tejado




Cuando comencé a leer este libro (publicado conjuntamente con Seymour, una introducción en 1963) me gustó la sensación de reencontrarme con Buddy Glass, pero también es cierto que la sensación es agridulce porque es ya lo último de Salinger, quiero decir, el último libro que publicó y también el último que yo he leído porque, sin darme cuenta, he ido leyendo todas sus obras en el orden en el que se publicaron.

Para quien no lo sepa y quiera situarse, Levantad, carpinteros, la viga del tejado es un relato escrito por J.D. Salinger donde aparecen los hermanos Glass, que yo ya conocía por Franny y Zooey (1961) y algunos cuentos incluidos en Nueve cuentos (1953). Esta curiosa familia neoyorkina se compone de 7 hermanos, y esta obra se centra en los dos mayores: Buddy, eterno narrador que nos habla desde sus 40 años del presente, y Seymour, al que ya habíamos conocido en el cuento "Un día perfecto para el pez plátano", donde se narra su trágico final.

En esta ocasión la historia se desarrolla el día de la boda de Seymour, aunque este personaje nunca llega a aparecer. Está narrada por su hermano Buddy, único asistente de la familia del novio, que se hallaba en aquel momento haciendo el servicio militar. Seymour no se presenta, y por culpa de un atasco Buddy queda atrapado en un coche con otros invitados oyendo, por supuesto, las especulaciones sobre el novio.

Lo que más me ha gustado del relato es, al igual que vemos en Seymour: una introducción, la narración de un Buddy que mira al pasado intentando llenar huecos, y la manera en la que retrata a su hermano mayor, todo un referente para la familia, y para él, en concreto, un amigo y compañero espiritual, pero también un hombre inmaduro, profundamente pesimista y con ciertos problemas mentales.

Me ha parecido especialmente conmovedor el principio, en el que introduce al lector en la historia por medio de una anécdota: una noche en la que por una epidemia de paperas trasladan a la pequeña Franny a la habitación de los hermanos mayores, esta no puede parar de llorar y Seymour decide calmarla leyéndole un cuento taoísta sobre el buscador de caballos de un duque que tiene que encontrar un sucesor para su trabajo, alguien que sepa obviar los detalles triviales y se guíe por lo espiritual. El propósito está claro, el lector ya conoce a la familia Glass y sabe que Seymour hace tiempo que se ha suicidado en el momento que comienza la narración, y como dice Buddy:

"Desde que el novio se retiró definitivamente de la escena no he conocido a nadie a quien pueda encomendarle que salga a buscar un caballo en su lugar."

A pesar de que el personaje de Seymour lo llena todo, de especial interés me ha parecido el curioso viejecito con el que coincide Buddy en la boda. Aunque extraño y taciturno (sordomudo en realidad), es el único con el que nuestro narrador llega a empatizar. Y esto me encanta de las obras de Salinger, que no hay personajes malos ni poco definidos, cada uno de los actos y conversaciones que se llevan a cabo en sus obras terminan teniendo una importancia del todo relevante para el lector, con el que nuestro narrador ya ha creado una total complicidad.

Y cuando hablo de complicidad no me refiero solo a los constantes guiños al lector, también nos sentimos partícipes porque con la familia Glass se ha creado todo un universo literario que gira en torno a un Nueva York que se nos antoja que no hemos conocido cuando en realidad nunca ha existido... Y esto a mí, queridos lectores, me parece magnífico.

Supongo que muchos de vosotros hayáis leído El guardián entre el centeno, y tanto si os ha gustado como si no, os recomiendo que le hagáis un hueco a Levantad, carpinteros, la viga del tejado. Pensad que solo tres obras fueron suficientes para que Buddy Glass demostrase que sabía hacer algo más que escribir sobre adolescentes gruñones. 

Perdón, donde dije Buddy Glass quería decir Salinger.


domingo, 19 de mayo de 2013

Un extraño en París, de W. Somerset Maugham


Como os comentaba hace tiempo, no me resulta fácil leer obras de Somerset Maugham, porque la mayoría de ellas parecen no tener traducción o estar descatalogadas, así que cuando vi que Ediciones B había publicado recientemente una de sus novelas, Un extraño en París, me ha faltado tiempo para leerla.

Esta obra rompe para mí con el tópico de Maugham de sus títulos. Ya no se trata de una expresión descontextualizada a la que le encontraremos sentido a medida que vayamos desgranando la historia (algo que ocurría con Servidumbre humana, El velo pintado y El filo de la navaja), sino que su título original es simplemente Christmas Holiday y en español la han llamado, torpemente a mi parecer, Un extraño en París.

Escrita en 1939, la historia es la siguiente: Charley Mason, un jovencito inglés de familia acomodada, decide pasar las vacaciones de navidad en París, donde presuntamente se reencontrará con su amigo Simon, pero sus vacaciones no serán lo que él esperaba al conocer a Lydia, una prostituta rusa con la que descubrirá poco a poco los bajos fondos parisinos, y al ver en lo que su amigo se ha convertido.

He visto que a menudo catalogan esta novela como policíaca, pero si sois amantes de la novela negra os sentiréis altamente decepcionados porque no es el caso. Es cierto que Charley va descubriendo poco a poco cómo Lydia ha llegado al burdel donde la conoce, y su historia está relacionada directamente con un asesinato cuyos detalles son para nuestro protagonista las piezas de un puzzle que intenta encajar. Sin embargo, esta trama que podemos calificar como de intriga, es tan solo la excusa del autor para poner a su protagonista ante un mundo totalmente desconocido para él.

Queda claro, en seguida, que Charley aprenderá mucho de ese viaje y que la joven rusa le abre la puerta a un un mundo diferente, como si al cruzar el canal de la Mancha nuestro protagonista hubiese descendido a un submundo dramático y sórdido, predecesor sin duda de épocas mucho más convulsas, pero que se percibe como más real que el vivido hasta entonces en su apacible Londres:

Experimentaba algo que no había sentido jamás. Le parecía como si de pronto se hubiese rasgado un velo que pintaba el mundo de agradables y familiares colores, y se encontrara de repente ante una sombra convulsa y retorcida por el dolor.

No podía faltar un parrafito de la novela, que condensa muy bien el espíritu de la misma, y que además me pareció curiosa por esa alusión, de nuevo, al velo pintado.

Dicen que Maugham con Un extraño en París pretendía plasmar la ignorancia de la clase acomodada británica ante la situación dramática que se estaba viviendo en el continente en la época de entreguerras, y algo me dice que con esta novelita (corta y sencilla, pero tremendamente efectiva), lo consiguió. Os la recomiendo.



miércoles, 15 de mayo de 2013

Storytelling (Todd Solondz, 2001). De cine y literatura


Puede que ahora mismo estéis un poco confusos porque en realidad esto se supone que es un blog de literatura, y no de cine, pero echaron esta película hace unos días en la tele y me pareció pertinente comentarla porque, como indica el título original, Storytelling (estrenada en España como Cosas que no se olvidan) nos habla del concepto de la narración, y me pareció muy interesante.

La película se compone de dos partes: "Fiction" (más corta) y "Nonfiction". De especial interés me pareció la primera que, con un humor muy negro pero real como una bofetada, nos sumerge de lleno en el mundo de la creación literaria y la eterna idea de la literatura como imitación de la vida, pero literatura al fin y al cabo.

La historia se centra en la clase de literatura creativa de una universidad, donde por medio de los comentarios de los alumnos vamos desgranando con risas el valor de la narración. Ni qué decir tiene que las reflexiones de universitarios que se creen escritores siempre producen ternura y hacen que se te escape una sonrisa condescendiente.

El gran acierto llega cuando se analiza el cuento escrito por su protagonista, Vi (Selma Blair), donde relata el encuentro que ha tenido con el propio profesor y donde se pone en tela de juicio  la escandalosa frase "negrata, f---- con fuerza". La mayoría de los alumnos ven racismo en la frase, otros la tildan de machista, y algunos creen que la situación narrada no es para nada realista ni creíble, pero Vi usa como única defensa el hecho de estar basado en una historia real: son los hechos tal y cómo ocurrieron. Pero, ay, amigos, ya lo decía Lope de Vega, que siempre es preferible lo imposible verosímil a lo posible inverosímil...

Es de perogrullo, pero no por ello menos cierto, que como bien dice el profesor tras escuchar sin pestañear el relato, una vez que la historia se comienza a escribir se convierte en ficción. Y así es, no hay vuelta de hoja ni se me ocurre mejor manera de transmitir esta idea que para mí está tan clara pero que a menudo se confunde (baste recordar algún caso de algún libro escandaloso y polémico donde se argumentaba repitiendo una y otra vez la palabra "autobiografía", sin que poco importase que, efectivamente, se tratara de un libro).

No os voy a contar más sobre la película, porque creo que deberíais verla y extraer vosotros mismos vuestras conclusiones, pero antes de terminar, el momento de la anécdota del día: recuerdo que cuando se estrenó Storytelling fui a verla al cine y, ya empezada, una madre con sus dos cachorrines entró en la sala y se sentó bien adelante. Al minuto, la tórrida escena de Selma Blair con su profesor y la frasecita de marras repetida hasta la saciedad: se levantó como un resorte la pobre mujer. Quiero pensar que se habían equivocado de sala.

domingo, 12 de mayo de 2013

La tienda y la vida (Dietarios), de Isabel Sucunza



Confieso que cuando me puse a leer este libro lo hice solo por dos razones: me gustó el título y me llamó la atención la portada (siempre se me van los ojos al rojo, una que es simple y funciona por estos impulsos). Y con el gusto de no saber lo que te vas a encontrar al pasar las páginas, abrí La tienda y la vida, de Isabel Sucunza, y me puse a leer.

En primer lugar, aviso para navegantes: como habéis podido suponer por el subtítulo que lleva el libro, no se trata de una novela, sino más bien de una especie de diario donde la autora junta continuas referencias literarias no aptas para amateurs con agudas reflexiones sobre los aspectos más cotidianos de la vida (frases como "la tele está diciéndote continuamente qué pensar, el gotelé no" se me han quedado grabadas).

Lo más destacable es su narradora, a veces compleja, que todavía no sé si efectivamente coincide con la autora o es solo una vaga impresión, que juega con la realidad y la imaginación diseccionando los aspectos más variopintos de la vida desde su segundo trabajo (vaya, ser pluriempleada en este país tiene mérito, además de ser una triste suerte) como dependienta en una tienda de ropa.

Lo sorprendente del libro es que estas reflexiones, que resultan a veces realmente hilarantes, tienen una chispa que te impide despegarte del libro, y a veces dan en el clavo formulando lo que pensamos y nunca hemos expresado de manera abierta. Por ejemplo, cuánta verdad encierra el capítulo 2 y sus ideas sobre las encuestas (y es que es verdad, qué grande es el mundo y qué perezosos nosotros para conformarnos con el estudio de turno), por no hablar del crowdfounding y lo atinado de llamar ladrones de guante blanco a todos esos supuestos artistas que sablean a amigos y almas cándidas en general.

Su autora, Isabel Sucunza, se mueve así en la fina línea que separa una lectura inteligente de la más pura pedantería, algo de lo que a posteriori he podido ver que se le acusa sin piedad, pero tampoco parece que le importe y creo que ese es el encanto del libro.

En definitiva, os lo recomiendo, porque es un libro realmente entretenido e ingenioso, pero no nos engañemos, La tienda y la vida es divertido, pero no por ello simple, al contrario: me resultó un libro un tanto complicado. Complicado a la hora de intentar clasificarlo, complicado a la hora de leerlo y extraer todo su jugo, e incluso complicado al intentar hacer una reseña y hablaros sobre él.


viernes, 10 de mayo de 2013

Miau, de Benito Pérez Galdós


Tal día como hoy, pero hace 170 años, nacía Benito Pérez Galdós. Creo que no hace falta que diga que don Benito, aquel llamado Garbancero por un Valle-Inclán con muy mala leche, es de mis escritores preferidos.

Hace tiempo os escribía una pequeña reseña sobre El amigo Manso, novela que os recomendé y que os animo a leer, pero como homenaje os recomiendo mi preferida, Miau, cuyo encanto está en que tristemente os parecerá muy actual.

La historia es la de un cesante, Ramón Villaamil, ex trabajador del Ministerio de Hacienda que se encuentra sin trabajo y sin posibilidad de jubilarse por no haber sabido arrimarse a gente influyente. Ramón vive en una casa modesta de la calle del Pez en Madrid con su mujer, su cuñada, su hija y su nieto Luisito, auténtica alma de la novela. Con una familia que mantener y sin posibilidad de retirarse, nuestro protagonista irá hundiéndose poco a poco en la miseria más absoluta.

Quizá podría decir que, de todas las novelas de Galdós que he leído, Miau es en parte la más realista de todas, pues nos presenta sin cortapisas la sociedad de apariencias del Madrid decimonónico y expone al lector de manera muy cruda una realidad miserable de la España de la época, como es la de la falta de futuro de los cesantes, trabajadores abocados a un desempleo permanente con los cambios de gobierno.

Sin embargo, la curiosidad de esta novela es la animalización de todos los personajes, que acompañada de la entrañable humanización de Canelo, el perro de la familia, da como resultado un reflejo de la sociedad totalmente deformado (¡ja! ¿quién inventó el esperpento?), que aunque se aleja del realismo funciona perfectamente y hace de esta la que es, para mí, la obra más especial del autor.

Como muestra aquí os dejo su magnífico principio, párrafo que, sin saber por qué, se ha transformado con los años en mis líneas preferidas de toda la historia de la literatura:

A las cuatro de la tarde, la chiquillería de la escuela pública de la plazuela del Limón salió atropelladamente de clase, con algazara de mil demonios. Ningún himno a la libertad, entre los muchos que se han compuesto en las diferentes naciones, es tan hermoso como el que entonan los oprimidos de la enseñanza elemental al soltar el grillete de la disciplina escolar y echarse a la calle piando y saltando.

Otros tendrán a Dickens, a Balzac o incluso a Tolstoi, pero para mí Galdós es un escritor que no tiene parangón.




viernes, 26 de abril de 2013

Cumbres borrascosas y el cine



Lo sé, llego un pelín tarde para comentar la última adaptación cinematográfica de Cumbres borrascosas, de Andrea Arnold, pero como este no es un blog de actualidad sino un blog de una humilde aficionada a la lectura supongo que me lo perdonaréis. No sé si habréis visto ya la película, es de 2011 y en España se estrenó el año pasado, pero yo no lo pude ver hasta esta semana.

Hay quien dice que el film puede resultar un tanto tedioso, no sé qué deciros..., ya por el trailer se ve que es una adaptación arriesgada, pero tengo que decir que a cambio te llevas unas interpretaciones magníficas (Kaya Scodelario, de Skins, es quizás la mejor Catherine que pudiera imaginarme), una fotografía muy cuidada, y una recreación de ambientes totalmente asfixiante que, en mi humilde opinión, da de lleno en el clavo: la misma violencia y desesperación que me transmitieron los páramos en la novela están en cada fotograma.

Por supuesto que la interpretación de la historia es un tanto libre, quiero decir, no se trata de una adaptación en el sentido clásico, pero a mí me ha convencido.Total, que tras ver la película me paré a pensar en la cantidad de adaptaciones cinematográficas que he visto de la obra de Emily Brontë. Algunas mejores que otras, pero hay que reconocer que las hay bien curiosas.

La primera que vi fue la película homónima de 1992, con una Juliette Binoche metida en el papel de la caprichosa Catherine y Ralph Fiennes, actor al que le tengo especial manía (ni yo sé por qué, pero así son las cosas) haciendo de Heathcliff. La vi hace más de 10 años, después de haber leído la novela por primera vez. Me pareció correcta, sin más, no la recomendaría especialmente, aunque puede que mi memoria me esté jugando una mala pasada.

Tengo que confesar que sin saber cómo ni por qué me sorprendí a mí misma tiempo después tragándome un infumable telefilme de Cumbres borrascosas de 2003, producido por la MTV, que pretendía ser una versión actualizada de la historia. No tenía desperdicio (en el mal sentido): actores jovencitos y medio conocidos, con un Heathcliff (en este caso Heath) convertido en estrella del rock. Para qué voy a contaros más.


Y para cerrar este capítulo, ahí va una adaptación que sí que merece la pena: Abismos de pasión, de Luis Buñuel. Película en blanco y negro de los años 50 con un argumento ligeramente inspirado en la novela de Emily (pero ojo, no son conjeturas, aparece acreditada). La historia tiene puntos comunes y otros de libre interpretación, y no es que yo sienta predilección por la etapa mejicana del director, pero al menos se puede decir que resulta interesante.

Existen infinidad de adaptaciones, y supongo que las que quedan aún por llegar, pero hasta aquí llegan las que yo he visto y si tuviera que elegir, me quedaría con la de Andrea Arnold.

lunes, 15 de abril de 2013

Dulce y sabrosa, erotismo decimonónico del bueno



Algunos deben de pensar que la autora del libro que luce una corbata gris en su portada inventó algo así como la rueda, pero lo de la literatura erótica viene de bastante más atrás, lo que os pasa, pillinas, es que os habéis acordado del género con la privacidad que os da el libro electrónico, ¿verdad?

Bromas a un lado, es cierto que el género en sí está que arde (nunca mejor dicho) debido al éxito de los libros de E. L. James, pero yo sigo a lo mío, que es la literatura decimonónica y ya de paso mis aportaciones al reto Seamos realistas. Precisamente por eso, no pude evitar esbozar una sonrisa al oír hablar recientemente de la publicación de "Miquiño mío". Cartas a Galdós, recopilación de las cartas picantonas que Emilia Pardo Bazán le dirigió a Benito Pérez Galdós durante el largo affaire que mantuvieron. Qué queréis que os diga, en seguida me imaginé una portada con una corbata o unos gemelos, de esas que tanto se estilan ahora, y me entró un poco la risa.

Al hilo de esto, quería hablaros de la última novela que he leído para el reto: Dulce y sabrosa. Podréis suponer por su título que la temática también tira un poco por lo erótico (aunque no os imaginéis nada explícito), con un sutil toque de humor que me ha encantado. Soy consciente de que esta obra no es para nada conocida, aunque sí asequible (existe una edición a cargo de Cátedra y podéis encontrar la edición digital en Amazon por el módico precio de 0.00 euros), pero no podía dejar pasar la oportunidad de hablar de su autor, Jacinto Octavio Picón.

Yo a este autor le conocí en una etapa de mi vida de total enajenación mental en la que se me pasó por la cabeza llegar a ser doctora. Llegué a realizar un trabajo de investigación, que disfruté mucho, sobre sus cuentos, aunque luego por unas cosas o por otras tuve que aparcar la tesis, pero esto no impidió que siguiera estudiando por mi cuenta a tan curioso autor al que, en mi opinión, injustamente se ha tratado como de segunda fila. Poco a poco he ido aparcando sus cuentos para ponerme al día con las novelas, y esta ha sido la última que he leído.

Dulce y sabrosa, publicada en 1891, nos cuenta la historia de un curioso don Juan, de nombre completo don Juan de Todellas para más información, que se encapricha de Cristeta, una joven y virtuosa cantante a la que termina seduciendo para empezar con el juego del ahora sí, ahora no, lo que a mí me ha parecido un don Juan actualizado, es decir, no de los que burlan y huyen, sino de los que burlan, se van, vuelven y se vuelven a ir. De los pesaditos indecisos, vaya, de los que se llevan ahora.

El nudo de la historia comienza en realidad cuando Juan abandona a Cristeta, huyendo a París, y a su vuelta esta finge estar casada y tener un hijo. A partir de aquí, son muchas los malentendidos y juegos de confusión que llevan el carácter de folletín al extremo, haciendo que la historia se nos antoje fácilmente transformable en un vodevil. Pero todo esto está hecho con mucha gracia, y los pormenores de esta historia de amor son ironizados en los títulos de cada capítulo, tales como "Donde al zorro se forja la ilusión de que la gallina puede venir a entregársele" o "De la importantísima conferencia que celebraron el Tenorio decadente y el estanquero libertino, con otros graves sucesos", vamos, que no tienen desperdicio.

Pero lo realmente importante en Dulce y sabrosa es, como ya hemos señalado antes, la actualización del mito de don Juan. A este respecto, me ha resultado muy interesante por la solución que le da Picón a esta agotadora historia amorosa de idas y venidas, y es que hasta resulta inquietante, cuanto menos, que un autor de hace dos siglos tenga una concepción de las relaciones de pareja mucho más libre e igualitaria que la que se puede ver en libros como el ya mencionado de la corbata o en series como Sexo en Nueva York.

Por eso, y porque yo creo que hace un uso muy inteligente de la narrativa (aunque la trama en sí no sea precisamente apasionante), le doy tres estrellas y media. No está nada mal, pero si de verdad queréis leer algo bueno de Picón, aquí os dejo el enlace a "La monja impía", mi cuento preferido.




jueves, 11 de abril de 2013

True Blood - Vampiros sureños




El otro día pude ver el primer teaser trailer de la sexta temporada de True Blood, aunque no se estrenará hasta junio..., pero de todos modos aquí lo dejo para ir abriendo boca. Sé que sois muchos los seguidores de la serie, pero no sé si le habéis prestado atención a las novelas de Charlaine Harris. Yo tengo que decir que, extrañamente y de casualidad, llegué a la serie por las novelas y no al revés.

Hace años me regalaron el primer título de esta saga por el día del libro, y me sorprendió porque la verdad, nunca había visto la serie, y aunque mucha gente pueda creer lo contrario, en absoluto me siento atraída por las historias de vampiros. El caso es que después de leer esta primera entrega, Muertos hasta el anochecer, terminé leyendo los tres que le siguen y viendo la serie entera.

Para aquellos que no tengáis ni idea de lo que estoy hablando, son una serie de libros que tienen como protagonista a Sookie, una joven camarera de un pueblecito de Luisiana con poderes psíquicos. La historia comienza cuando conoce a Bill, un vampiro (que en esta sociedad ficticia son seres totalmente insertados en la sociedad), y a partir de ese momento comienza a meterse en líos, vivir aventuras y resolver misterios. No son muy sesudas, pero sí entretenidas y tienen cierta lectura entre líneas sobre la intolerancia y los problemas raciales que puede resultar interesante.

Su adaptación para la pequeña pantalla no desmerece en absoluto, es más, en muchos aspectos (por no decir casi todos) me parece que supera a los libros: tramas mucho mejor elaboradas, toques de humor mejor traídos y bastante más inteligentes, la incorporación de personajes como Jessica y un largo etcétera. Pero si hay algo de verdad reprochable en los libros es que me pone de los nervios que cada dos párrafos pretendan refrescarle la memoria al lector repitiendo datos (no digo que no sea útil, puede estar bien para lectores con un problema similar al de la protagonista de 50 primeras citas, ejem). Quizás lo único que puedo decir en su contra es que en la serie se echa de menos al personaje de Bubba (sí, amigos, Elvis sigue vivo pero en forma de vampiro).

Por si os queréis animar con estas novelas, creo que os tendréis que armar de paciencia para haceros con ellas en el orden correcto, y es que me he dado cuenta al querer hablar de la colección de Charlaine Harris de que nunca he terminado de enterarme muy bien de cómo se llama esta saga en español: ¿"Vampiros sureños"? ¿Simplemente "Sookie Stackhouse"? ¿O ya directamente han aprovechado el tirón de la serie para subtitularlos como "True Blood"? Sea cual sea el nombre oficial debo decir que muy mal por parte de la editorial que, al menos en las primeras ediciones, no facilitaba demasiado la labor del lector ofreciendo portadas prácticamente idénticas y con títulos similares, además de aportar cero información sobre el número que cada título ocupa en la saga, y no son pocos (si no me equivoco, van por el duodécimo).

Y no, no se me olvidaba, aquí os dejo la promo de la sexta temporada:


lunes, 8 de abril de 2013

Hey Boo: Harper Lee and "To kill a mockingbird"



Siempre me he sentido atraída por la figura de Harper Lee. Me pasa, supongo, lo mismo que con J. D. Salinger, y es que basta que un escritor te cierre con la puerta en las narices para que tú te empeñes en meter la nariz por la rendija.

En el caso de la autora de Matar un ruiseñor, la cosa es aún más peliaguda que con el autor de El guardián entre el centeno. Recordemos que su carrera literaria se resume básicamente en una sola novela, cosa extraña (aunque si yo fuera capaz de escribir semejante obra maestra quizá tampoco me hubiese tomado la molestia de volver a coger el plumín) y, al menos yo, de su vida privada todo lo que sabía era de su amistad con Truman Capote y las pinceladas autobiográficas que podíamos intuir en el personaje de Scout.

No es que yo sea una cotilla de las de la toda la vida, no me entedáis mal, no pretendo averiguar cuál es su color preferido o si prefiere la montaña o la playa, pero sí que a veces uno se queda con ganas de saber más de un escritor cuya obra le ha parecido tan inspiradora, porque pretendemos averiguar qué a sido lo que, a su vez, ha inspirado al escritor. Pues bien, la semana pasada he podido satisfacer en buena parte mi curiosidad gracias a Hey Boo: Harper Lee and "To kill a mockingbird".

El documental, que yo desconocía por completo, es ya de 2010 y me ha resultado muy interesante. En él no solo descubrimos el proceso de escritura y publicación de la novela, sino que además realiza un detallado análisis de la obra, su adaptación cinematográfica y, cómo no, de la propia autora.

Al igual que me ocurre con Matar un ruiseñor, que es un libro que recomendaría a todo el mundo, os invito a que veáis Hey Boo..., merece realmente la pena.

viernes, 29 de marzo de 2013

Libros de cabecera: Servidumbre humana


Hoy, para animar esta Semana Santa, os voy a hablar de una de mis novelas preferidas de todos los tiempos: Servidumbre humana. Me he animado a ello a raíz de comprobar con mis anteriores publicaciones sobre Somerset Maugham que hay mucha más gente ahí fuera que ama su literatura.

Este libro es tan especial para mí que merece que su historia también sea contada. Como ocurre con tantas cosas en la vida, llegué a él por casualidad, y es que me intrigó cuando vi que lo nombraban en un capítulo de Buffy, cazavampiros. En este capítulo ("The freshman", temporada 4, capítulo 1), un personaje lo mencionaba como su "chaleco salvavidas", una forma mucho más hermosa de designar a nuestro libro de cabecera, y Buffy hacía, como siempre, un chiste muy gracioso pero intraducible en el doblaje, que consistía en una mala interpretación de la palabra "bondage" del título original.


Llegados a este punto, lectores anónimos, y sabiendo que no me conocéis de nada, me veo en la obligación de soltaros una pincelada sobre mí misma, aunque sea yo poco amiga de airear intimidades vía internet..., pero ahí va: Buffy, cazavampiros es mi serie preferida de la historia de la televisión. Con esto quiero decir que no me quedó otra opción que hacerme con la novela para leerla.

La compré en mi librería de confianza (que muy lamentablemente ya no existe) y, tras descubrir que era también una de las novelas preferidas de mi madre, enseguida comencé a pasar páginas y a sentirme atrapada por la historia del joven Philip Carey. Ya desde el prólogo (aunque lleve un spoiler de regalo) te sientes implicado con la trama y, al menos en mi caso, vives con intensidad cada etapa de la vida de su protagonista.

La historia, más o menos, no deja de ser la de las inquietudes del joven Philip, un muchacho huérfano criado con sus tíos, con el lastre no solo de su propia desgracia sino de la tara física que le acompaña desde el momento en el que nace. Aunque parecen tener una vida preparada para él, no le interesa convertirse en un gentleman sino sofocar sus inclinaciones artísticas, y para ello viajará a Alemania y a Francia, terminando por volver su Inglaterra natal para, derrotado, decidirse a estudiar medicina.

Si cambiamos algunos detalles, como que Maugham no era cojo como Philip, pero sí tartamudo, y que en lugar de interesarse por la pintura se interesó por la literatura, podemos darnos cuenta de que la novela encierra en parte una autobiografía, que hace que la historia esté contada con una intensidad inusual en este tipo de novelas,  ya que podría considerarse, incluso, literatura juvenil.

Ni que decir tiene que os he hecho una sinopsis de lo más simple y que la historia, que prácticamente empieza en el momento en el que Philip se traslada a Londres y decide convertirse en médico, encierra en realidad muchos más matices que están ahí por descubrir, como su tormentosa relación con Mildred o su entrañable amistad con el señor Altheny. Sobre todo para nosotros es bien curioso este último personaje, que nos hace ver nuestro país con los ojos de un extranjero.

Como curiosidad, esta novela puede insertarse dentro del género denominado bildungsroman, que traducido directamente del alemán podemos decir que se refiere a las novelas de aprendizaje, protagonizadas generalmente por un adolescente. En otra novela claramente representativa de este género, El guardián entre el centeno, se hace alusión a Servidumbre humana de una forma bastante curiosa. Holden Cauldfield argumenta el por qué la novela le ha gustado pero no le ha convencido, aludiendo a su falta de ganas de hablar con el autor al terminarla. Como veis, las referencias culturales no solo iban a ser televisivas...

Como ya os dije en otra ocasión, siempre encuentro alguna frase con la que quedarme de las novelas de Maugham, y de esta siempre me llamó la atención la definición que se hace de nuestra lengua:

Debe usted aprender español. Es un idioma noble. No tiene la suavidad del italiano, pero posee grandiosidad; no es el murmullo del arroyo, sino la voz tumultuosa de un torrente.

Por cosas como esta genial metáfora es por lo que yo también considero esta novela como un chaleco salvavidas.




domingo, 24 de marzo de 2013

Continuidad de los parques, de Julio Cortázar



Nunca me ha gustado la literatura hispanoamericana. Ya está, ya lo he dicho. No he leído nunca Pedro Páramo, ni La ciudad y los perros, pero sí Cien años de soledad y no me gustó nada. Supongo que todos tenemos nuestros pequeños odios culpables, solo que en este caso yo no tengo culpabilidad ninguna. Eso sí, dentro de todo ese realismo mágico y del boom de estos autores hay uno que yo rescataría, y ese es Julio Cortázar.

¿Por qué? Porque Cortázar me parece un buen escritor, pero un buen escritor de los de verdad, de los que innovan, se arriesgan y manejan el lenguaje a su antojo, de los que escriben por necesidad y con pasión, y como fruto de todo eso tenemos obras de arte maravillosas. No tengo esa misma apreciación del colombiano, ya sabéis a quién me refiero... pero no es mi intención crear polémica, sino hablaros de un genial cuento del genial argentino.

Descubrí "Continuidad de los parques" el primer día de facultad, y desde entonces no he dejado de leerlo y deleitarme con cada línea. ¿Cómo es posible decir tanto sobre la literatura y la vida en apenas dos párrafos?

Si no lo habéis leído nunca, "Continuidad de los parques" pertenece a la colección Final de juego, publicada en 1956 (aunque este cuento no se añadió hasta su segunda edición). Pero también podéis leerlo haciendo click aquí. Si por el contrario ya lo habéis leído..., seguro que también queréis hacer click, ¿me equivoco?

También os dejo arriba una grabación del propio Cortázar leyendo su cuento que puede resultar muy curiosa, pues su voz y su acento eran claramente muy peculiares. Como su literatura.



sábado, 23 de marzo de 2013

El arpa de hierba, de Truman Capote


Truman Capote y Harper Lee

Si mal no recuerdo, El arpa de hierba fue el primer libro que leí de Truman Capote, hará ya unos 15 años, y me alegra haberlo vuelto a leer, no solo por el tópico de ver la historia con otros ojos (que también), sino porque cuando pasan tantos años ya es casi como si nunca lo hubiese leído. Y lo más curioso es que, por cosas de destino (o de mi club de lectura) ahora estoy leyendo Matar a un ruiseñor, de Harper Lee. Esto me complace no solo por la amistad que unía a sus autores, sino también por la coincidencia de dos personajes en ambas novelas inspirados en la infancia de Capote.

El arpa de hierba, no sé si la habréis leído, trata sobre la tierna historia de Collin, un adolescente huérfano que vive en una pequeña población del sur de los Estados Unidos con sus dos tías solteras: Verena, seria y dominante, y Dolly, sensible y soñadora. Una discusión entre ellas provoca que Dolly tome la decisión de abandonar la casa e instalarse en un árbol, plan al que se van uniendo su amiga y criada Catherine, el propio Collin y otros personajes del pueblo que irán descubriendo, junto a Dolly, lo que es la libertad.

La historia, de nuevo, me ha gustado y creo que parte de la gran maestría de Capote consiste en conseguir que el lector empatice totalmente con sus protagonistas y se ponga enseguida del lado de Dolly. Quizá sea porque transmite una idea parecida a la que años después veríamos en El barón rampante, de Italo Calvino, y es esa continua sensación en nuestra infancia y adolescencia de que siempre nos intenten bajar de nuestro árbol, transición impepinable para la madurez.

Especialmente emotivo me ha parecido su final, algo esperable en un libro que resulta conmovedor desde la primera página a la última y sin desvelaros mucho aquí os dejo la reflexión del joven Collin sobre la vida, que coincide bastante con la mía:

He leído que el pasado y el futuro son una espiral cada una de cuyas vueltas contiene a la próxima y predice su forma. Quizá sea así, pero mi propia vida me ha parecido más bien una serie de círculos cerrados, de anillos que no se desarrollan con la libertad de una espiral. Para mí, pasar de uno a otro de esos círculos significa un salto, no un deslizamiento suave.

A mí me pasa lo mismo, y al igual que al joven Collin lo que más me desespera es el intervalo de tiempo entre un círculo y otro. Supongo que la vida algún día vendrá con un manual de instrucciones que te indique dónde y cuando saltar... Hasta entonces, nos quedan novelas como El arpa de hierba.





miércoles, 20 de marzo de 2013

Libros pendientes...



Todos tenemos esa lista de libros pendientes. Libros que ni siquiera tenemos en la mesita de noche esperando a encontrar hueco, sino de esos que suspiras por comprar o desesperas mientras se deciden o no a traerlo a la biblioteca. Algunos de los míos son los siguientes:

A propósito de Abbottde Chris Bachelder. A este libro le había echado ya el ojo en navidad, y tiene muy buena pinta. Parece tratar sobre un profesor de universidad abducido totalmente por la paternidad. Es curioso porque estas historias sobre el día a día de las desquiciantes tareas domésticas suelen tener como protagonista una mujer y me parece que puede llenar algún hueco en la literatura (alguien ya me ha confesado sentirse identificado con el protagonista).

¡Abajo el colejio!, de Geoffrey Willans, sobre las aventuras y desventuras del colegial Nigel Molesworth con un humor muy gamberro. La editorial Impedimenta parece que nuevamente rescata una clásico, esta vez anglosajón, prácticamente desconocido para lectores españoles.



No soy Sidney Poitier, de Percival Everett, autor del que sigo teniendo pendiente alguna que otra obra. Esta, simplemente, me apetece, y no sabría explicaros por qué...

La trama nupcial, de Jeffrey Eugenides. Tercera novela del autor de Las vírgenes suicidas y Middlesex. Ha tenido casi 10 años para escribirla y a pesar de apetecerme mucho leerla no las tengo todas conmigo, ¿defraudará?


lunes, 11 de marzo de 2013

Y la pregunta simple del día es... ¿el libro o la película?



Echándole un vistazo a Hello Giggles (una de mis páginas preferidas para perder el tiempo) leí un artículo muy interesante sobre las adaptaciones cinematográficas de libros: "Should books be made into movies?". Puede parecer que el enfoque de su escritora es un tanto naïf y sin embargo creo que es bastante atinado.

No me resulta fácil estar de acuerdo con los detractores de este tipo de películas, pero tengo que decir que en este caso estoy (en parte) de acuerdo en un punto en contra de las adaptaciones cinematográficas y es que no ayudan a desarrollar una interpretación personal de las novelas. Digamos que las películas te muestran una interpretación totalmente guiada, y a veces un tanto sui generis, de una determinada historia.

A todos nos ha pasado alguna vez eso de leer un libro que realmente nos ha gustado, y cuando hemos visto la película nos hemos encontrado con una interpretación de la novela totalmente simplista, personajes desdibujados y una historia mutilada sin responder realmente a ningún parámetro lógico. Por ejemplo, al escribir esto yo no puedo evitar pensar en Nunca me abandones, la fantástica obra de Kazuo Ishiguro, y su horrible adaptación cinematográfica, con excelentes actores, pero horrible igualmente.

Sin embargo también hay que decir que muchas veces estas interpretaciones pueden resultar enriquecedoras, hasta el punto de no reconocer el mismo gérmen entre novela y película. Tal es el caso de arriesgadas adaptaciones como La piel que habito, que poco se asemeja finalmente a Tarántula, de Thierry Jonquet, o Tristana, con la que no me atrevo a afirmar que supere a la obra de Galdós, pero en la que hay que reconocer el mérito de Luis Buñuel a la hora de darle un enfoque distinto y un final a la altura del personaje.

Otro punto a favor de las adaptaciones, que rara vez se cita cuando sale este tema incomprensiblemente controvertido, es el hecho de que muchas de ellas superan con creces su original escrito. No hace mucho yo citaba el caso de Drive, donde la película de Nicolas Winding Refn supera en todos los aspectos la novela de James Sallis. Pero se me ocurren otros casos: Los puentes de Madison, Blade Runner... 

Caso curioso es el de Stephen King, pues a menudo nos sorprendemos al ver que de novelas y relatos buenos pueden salir películas excelentes como Carrie, Misery, Cuenta conmigo... Y por supuesto, esa en la que todos estáis pensando: Cadena Perpetua.

Esta es una de las razones por las que siempre he visto injusto el tópico de "es mejor el libro", y poco sostenible la postura de que las adaptaciones no son viables o no deberían hacerse, más si tenemos en cuenta todos aquellos casos en los que los propios autores han decidido hacerse cargo de la adaptación: Clive Barker con Hellraiser, Ray Loriga con La pistola de mi hermano, Stephen Chbosky con The Perks of Being a Wallflower... Y no creo que todos estos escritores se hayan movido únicamente por el dinero, sino también por el hecho de que el lenguaje visual siempre puede aportar algo nuevo a las historias.

Por eso, si yo tuviese que hacer una lista de pros y contras como la del artículo de Hello Giggles tengo claro que la balanza se inclinaría en favor del cine que, en casos como el de Harry Potter, me ha hecho pasar ratos muy entretenidos y sin necesidad de leerme 800 páginas. Porque muchas veces se nos olvida que el tiempo es oro.

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