miércoles, 18 de diciembre de 2013

Clarín y Su único hijo

Aviso para navegantes: esto no es una reseña. Solo quería comentaros que hace cerca de un año me uní el reto Seamos Realistas del fantástico blog de Carmen y amig@s. Lo hice sin mucha convicción, pero la verdad es que he terminado leyendo más obras de las que me había propuesto, podéis verlo aquí. Tanto es así, que me he leído alguna más de la que todavía no os había hablado.

El título al que me refiero es Su único hijo, la otra novela de Clarín, y es que, con semejante hermana mayor, esta será siempre eso: la otra. Ahora no os voy a venir con el tópico de que vive injustamente a la sombra de La Regenta, porque no creo que sea así, pues se trata más bien de una novela modesta que, no obstante, se deja leer.

Os la recomiendo. No es  muy larga, aunque precisamente creo que tiene un gran defecto, y es que da toda la impresión de que el autor podría haber hecho un relato más corto, al estilo de Pipá o la ya comentada Doña Berta, pero que en un momento dado ha divagado hasta llegar al doble de páginas.

De todos modos y como ya os decía, esto más que una reseña es una disculpa para enseñaros la foto que hice esta semana, y que es esta:


En su día os había enseñado la foto de la tumba de Anne Brontë, pero es que a veces una se da cuenta de que no basta con saber viajar, también hay que saber vivir, y tu ciudad también te brinda rincones únicos que no aprovechas.

Resumiendo, que yo a Clarín le debía una visita, y me pareció justo hacerlo antes de que acabase el año.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Ceniza en los ojos, de Jean Forton



Uff, cuánto tiempo sin escribir aquí, con la de cosas bonitas que he estado leyendo últimamente… Prometo futuras reseñas de A la caza del amor, Cómo ser mujer o Signatura 400, pero de momento vamos con Ceniza en los ojos, la primera de mis lecturas otoñales.

Un treintañero, con más o menos dinero y más bien poco que hacer, se enamora de la joven Isabelle al verla de manera fortuita por la calle, y pone a partir de entonces todo su empeño en tratar de seducirla. Y curiosamente lo consigue. Este es, ni más ni menos, el argumento de Ceniza en los ojos, de Jean Forton.

Llevaba tiempo detrás de este libro, y al final me ha decepcionado un poco. Ceniza en los ojos te lo venden como una especie de Lolita underground. No voy a negarlo, uno lee la sinopsis y las coincidencias con la obra de Nabokov son evidentes, pero a partir de ahí cualquier parecido es pura coincidencia. El tono que Forton le da a la obra es totalmente distinto. Lejos de aquel Humbert Humbert que vivía rodeado de traumas, nuestro don juan es una persona sin ningún tipo de problemas: rico heredero, siempre ha hecho de la vida lo que ha querido (que no ha sido mucho), y en esta ocasión parece que quiere matar el tiempo seduciendo de manera vil a una adolescente.

No os quiero adelantar mucho, pero a partir de este punto el capricho se vuelve obsesión, y a medida que avanza la trama todo se va volviendo más sórdido. Ese detalle me gustó, porque su protagonista en este sentido es muy complejo y está muy bien perfilado, y la adolescente lejos de ser una Lolita es lo que se espera de alguien de su edad: una niña muy insegura, y de hecho del montón.

Pero yo le veo un gran problema al libro. Aunque la narración y la construcción de personajes me parecen impecables, en ocasiones la lectura se hace simplemente tediosa, sobre todo a medida que se va precipitando el final. Detalle casi sin importancia que para nada desmerece la habilidad del autor en un inteligente uso de recursos como el monólogo interior.

Lo mejor de la novela, la edición de Blackie Books, y un delicado pesimismo nada fácil de conseguir. Y vaya, que así grosso modo, mejor que Nabokov.




martes, 5 de noviembre de 2013

Peregrino






¿Volver? Vuelva el que tenga, 
tras largos años, tras un largo viaje, 
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.

Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde, y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.

No soy yo muy de poesía, pero Luis Cernuda bien se merecía una mención en su efeméride. Espero que os guste.

lunes, 4 de noviembre de 2013

This Holiday, PLEDGE TO GIVE BOOKS!




Fantástica iniciativa, y no solo por lo fan que soy de Gemma Correll (algún día debería hablar aquí de algunos de los libros de esta genial ilustradora). Si queréis donar un libro solo tenéis que entrar aquí y pinear/tuitear/compartir:

http://www.chroniclebooks.com/landing-pages/givebooks/


viernes, 11 de octubre de 2013

Coral Glynn, de Peter Cameron




Una, que es un animal de costumbres, decidió devorar este libro por dos simples hechos: la editorial Libros del asteroide, que cuenta ya con un hueco especial entre mis libros de cabecera, y el autor, y es que después de Algún día este dolor te será útil me picó la curiosidad con Peter Cameron.

Gracias a dios que una es un animal de costumbres, efectivamente, porque Coral Glynn es una joyita que animo a todos a que leáis. En ella encontraréis la historia de una joven enfermera, Coral, que en los años 50 acepta un trabajo para cuidar a la anciana señora Hart, enferma terminal que vive con su hijo Clement en una casa de campo inglesa. Las respectivas soledades y sufrimientos de Coral y Clement harán que sus caminos se crucen de manera irremediable, dando lugar a una historia de amor nada convencional.

Si tuviera que calificar la novela con un solo adjetivo, este sería el de sentimental, pero no en el sentido de género que tradicionalmente se le ha dado sino en el más amplio sentido de la palabra, porque la historia habla, más que de amor, de sentimientos, haciendo que nos vayamos adentrando poco a poco en lo más íntimo del alma humana de cada uno de los personajes.

¿Y cómo teje Peter Cameron todo esto? Con grandes dosis de folletín, algún que otro guiño a Rebeca y, sobre todo, mucha elegancia, tanto en la narración como en el tratamiento de los temas más macabros o rocambolescos.

Y sí, he llegado a Coral Glynn por medio de Algún día este dolor te será útil, pero hay que dejar bien claro que si bien hay pinceladas propias del estilo del autor, tanto en la trama como en la recreación de ambientes estas dos novelas se alejan tremendamente una de la otra. Sin embargo destacaré la razón por la que ambas me han gustado tanto, y es simplemente porque no son obvias.


viernes, 27 de septiembre de 2013

La mujer del viajero en el tiempo, de Audrey Niffenegger



Tengo la sensación de ir siempre contra corriente... Mientras que todos los blogs volvían a su productividad habitual el 1 de septiembre, como un clavo, a mí este mes me ha hecho dormirme un poco en los laureles, y tampoco es que haya estado leyendo menos. Pero venga, voy a ver si me quito de encima la pereza y os hablo un poco de uno de los últimos libros que cayó en mis manos: La mujer del viajero en el tiempo, de Audrey Niffenegger.

Empecemos por lo importante: me gustó, no sé si añadir que moderadamente, pero creo que es una buena novela y que está fantásticamente construida, cosa nada fácil para una autora nobel como era por aquel entonces Audrey. Algunos pensaréis que faltaría más, que eso es lo mínimo que se le puede pedir a una historia, pero hay que reconocer que cuando se entrelazan líneas temporales la cosa se complica...

Me explicaré mejor. Como su propio título nos indica, La mujer del viajero en el tiempo trata precisamente de eso, de continuos viajes en el tiempo y una historia de amor: Henry ha nacido con un extraño desorden genético, que le lleva a viajar adelante y atrás en el tiempo de forma involuntaria. Así conocerá a su esposa, Clare, o más bien será ella la que le conozca a él cuando tiene solo 6 años. Para Henry es aún más complicado, pues no la conocerá a ella hasta los 28, cuando Clare ya tiene 20. A partir de ese momento el futuro de Henry se plaga de continuos viajes al pasado y al presente, donde se encontrará con su esposa a diferentes edades: Clare de niña, Clare de adolescente...

He de reconocer que por razones exclusivamente personales me gusta el tratamiento que se da del tiempo en la novela, o más bien, lo clara que termina quedando la línea temporal. No pude evitar acordarme de una conversación entre amigos que mantuve no hace mucho sobre los planteamientos de las sagas de Regreso al futuro y Terminator. Yo me mostraba partidaria de la segunda, siempre me ha parecido más poética esa teoría, y esta novela responde totalmente a esos parámetros: nada de lo que Henry haga podrá cambiar el presente, y se verá envuelto en continuas paradojas.

Aunque el planteamiento pueda parecer una locura, en realidad la trama está muy bien desarrollada. Nos encontramos ante una novela bien construida, con personajes muy bien perfilados que enseguida logran el pacto de ficción del lector, y es que tras unas pocas páginas ya aceptamos los saltos temporales como algo normal, algo incluso con lo que nos podemos sentir identificados, pues al fin y al cabo de lo que Audrey Niffenegger parece hablarnos es la de la incomunicación que existe a veces entre las parejas, o las dificultades para poder sintonizarse a pesar del amor.

Si me permitís que le saque un pequeño defecto, creo que La mujer del viajero en el tiempo me hubiese gustado mucho más si se hubiese prescindido del melodrama en la última parte de libro. Curiosamente fue en ese punto donde yo percibí que se perdía realismo.


Ah, y casi se me olvida: cómo no, hay película aunque yo no la he visto. Al parecer en ella podéis Rachel McAdams y Eric Bana como Clare y Henry con dios sabe qué resultados. Si eso id viéndola vosotros y ya me contáis.


sábado, 24 de agosto de 2013

Nación Prozac, de Elizabeth Wurtzel



Una vez más, las críticas encontradas a una obra en goodreads resultan curiosamente enriquecedoras. Antes de empezar Nación Prozac lo primero que leí fue a alguien que decía, hablando en román paladino, que su autora Elizabeth Wurtzel parecía estar encantada de haberse de conocido. Y así es.

Y es que lo primero que me ha llamado la atención de esta especie de autobiografía es la gran carga de egocentrismo que recae sobre la protagonista, porque uno siempre se imagina este tipo de trastornos afectando a las personas de otra manera totalmente distinta... Pero no nos confundamos, lo comento como lo que es, una curiosidad y no una crítica.

Si os digo la verdad, me pongo a reseñar Nación Prozac un poco en plan kamikaze, sin tener una opinión realmente formada acerca de la obra, pero como me pareció interesante leerla, creo que también es interesante hablar de ella.

Antes de nada, una advertencia: no esperéis encontrar en este libro una auténtica novela, con su planteamiento - nudo - desenlace. En ella su protagonista, Lizzie, nos contará su experiencia como joven depresiva, centrándose sobre todo en su etapa de estudiante en Harvard, y cómo esa bendita droga llamada Prozac salvó su vida.

Por ello es lógico que la narración en ocasiones resulte un tanto errática, y los detalles parezcan dispuestos al azar, pero es que la depresión parece no tener nada de lógica precisamente, y en parte es ese caos lo que refleja la estructura de la obra.

En este punto precisamente es donde creo que falló la película, en querer disponer todos los detalles dentro de un orden que, en mi opinión, resultó totalmente artificial y que impiden al espectador apreciar esta enfermedad como lo que realmente parece ser, que es un proceso.

Lo recomiendo, buena lectura, y os lo dice una que lo leyó prácticamente enterito en la playa. Tema sesudo pero fácil digestión. Ni tan mal.



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