viernes, 12 de julio de 2013

Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós




Quien siga manteniendo que la novela es la más "sucia" de las formas de expresión literaria, porque cualquier cosa que se cuente en ellas sería fácilmente resumible en pocas páginas, escenas o versos, miente. Y si sigue en sus trece, que coja Fortunata y Jacinta y se atreva a desechar uno solo de los párrafos de las más de mil páginas que componen la obra.

Y es que Galdós no deja nada al azar, ni tampoco es un autor que guste del relleno aunque lo pueda parecer. Ya empezando por el título, acompañado con la apostilla de Dos historias de casadas, que es muy necesaria para saber lo que en realidad nos vamos a encontrar, que son las historias de estas dos mujeres, cuyas vidas confluyen pero apenas se tocan.

Para poner al lector en antecedentes, ahí va el argumento: Juanito Santa Cruz, un joven caprichoso de clase acomodada, conoce de manera casual a la hermosa Fortunata, de clase social más baja. Tras abandonarla embarazada, se casa con su prima Jacinta, mujer muy cabal y virtuosa que parece llevar una vida perfecta de no ser por el detalle de que es incapaz de tener hijos. Pronto empezarán nuevamente las idas y venidas de los amores entre Juanito y Fortunata al casarse esta de manera forzosa con el abúlico farmacéutico Maximiliano Rubín. Puro folletín acompañado de una buena dosis de estudio sociológico.

Supongo que no es fácil escribir una novela tan larga (en mi caso, ni siquiera una corta), porque uno corre los clásicos riesgos de los cabos sueltos, las tramas farragosas y un sinfín de despropósitos que don Benito ha sabido esquivar. En el caso de Fortunata y Jacinta creo que su valor reside en una estructura perfecta: cuatro partes donde se desarrollan los diferentes triángulos amorosos que marcan la vida de las dos infelices casadas.

Y a propósito de este punto sobre la extensión de la obra, os tengo que decir que yo la he leído en mi Kindle (podéis descargarla aquí), y es un alivio no llevar semejante tocho en el bolso, pero muy mal estas ediciones sin una triste nota, seguramente hubiese sido mejor tirar de una edición de Cátedra aunque sean dos tomos, pero ya es tarde.

Retomando la cuestión, además de lo típico reseñable en las novelas galdosianas, como la impecable construcción de los personajes o el hábil y detallado uso de la descripción, llama la atención el juego de perspectivas, al que quizás un lector actual esté ya habituado, pero que no le resta mérito a la obra. Así, aunque tenemos un narrador omnisciente, las diferentes tramas son narradas desde el punto de vista de Jacinta y de Fortunata, sin emplear la tediosa maniobra de emplear para el mismo tiempo diferentes perspectivas, sino viendo por ejemplo un hecho desde el punto de vista de un personaje, pero sus consecuencias desde otro diferente. Y en este punto me quito el sombrero, porque si es complicado explicarlo más lo habrá sido idearlo y ponerlo en práctica.



Os recomiendo este clásico, que es para mí la mejor novela de Galdós que he leído hasta la fecha, lo que equivale a decir que es una de las mejores novelas que ha dado nuestro país. Y por último solo quiero añadir que me ha parecido realmente disfrutable la recreación de ambientes. Qué ganas le entran a uno de volver a Madrid y pasear por la calle Postas...


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