viernes, 29 de marzo de 2013

Libros de cabecera: Servidumbre humana


Hoy, para animar esta Semana Santa, os voy a hablar de una de mis novelas preferidas de todos los tiempos: Servidumbre humana. Me he animado a ello a raíz de comprobar con mis anteriores publicaciones sobre Somerset Maugham que hay mucha más gente ahí fuera que ama su literatura.

Este libro es tan especial para mí que merece que su historia también sea contada. Como ocurre con tantas cosas en la vida, llegué a él por casualidad, y es que me intrigó cuando vi que lo nombraban en un capítulo de Buffy, cazavampiros. En este capítulo ("The freshman", temporada 4, capítulo 1), un personaje lo mencionaba como su "chaleco salvavidas", una forma mucho más hermosa de designar a nuestro libro de cabecera, y Buffy hacía, como siempre, un chiste muy gracioso pero intraducible en el doblaje, que consistía en una mala interpretación de la palabra "bondage" del título original.


Llegados a este punto, lectores anónimos, y sabiendo que no me conocéis de nada, me veo en la obligación de soltaros una pincelada sobre mí misma, aunque sea yo poco amiga de airear intimidades vía internet..., pero ahí va: Buffy, cazavampiros es mi serie preferida de la historia de la televisión. Con esto quiero decir que no me quedó otra opción que hacerme con la novela para leerla.

La compré en mi librería de confianza (que muy lamentablemente ya no existe) y, tras descubrir que era también una de las novelas preferidas de mi madre, enseguida comencé a pasar páginas y a sentirme atrapada por la historia del joven Philip Carey. Ya desde el prólogo (aunque lleve un spoiler de regalo) te sientes implicado con la trama y, al menos en mi caso, vives con intensidad cada etapa de la vida de su protagonista.

La historia, más o menos, no deja de ser la de las inquietudes del joven Philip, un muchacho huérfano criado con sus tíos, con el lastre no solo de su propia desgracia sino de la tara física que le acompaña desde el momento en el que nace. Aunque parecen tener una vida preparada para él, no le interesa convertirse en un gentleman sino sofocar sus inclinaciones artísticas, y para ello viajará a Alemania y a Francia, terminando por volver su Inglaterra natal para, derrotado, decidirse a estudiar medicina.

Si cambiamos algunos detalles, como que Maugham no era cojo como Philip, pero sí tartamudo, y que en lugar de interesarse por la pintura se interesó por la literatura, podemos darnos cuenta de que la novela encierra en parte una autobiografía, que hace que la historia esté contada con una intensidad inusual en este tipo de novelas,  ya que podría considerarse, incluso, literatura juvenil.

Ni que decir tiene que os he hecho una sinopsis de lo más simple y que la historia, que prácticamente empieza en el momento en el que Philip se traslada a Londres y decide convertirse en médico, encierra en realidad muchos más matices que están ahí por descubrir, como su tormentosa relación con Mildred o su entrañable amistad con el señor Altheny. Sobre todo para nosotros es bien curioso este último personaje, que nos hace ver nuestro país con los ojos de un extranjero.

Como curiosidad, esta novela puede insertarse dentro del género denominado bildungsroman, que traducido directamente del alemán podemos decir que se refiere a las novelas de aprendizaje, protagonizadas generalmente por un adolescente. En otra novela claramente representativa de este género, El guardián entre el centeno, se hace alusión a Servidumbre humana de una forma bastante curiosa. Holden Cauldfield argumenta el por qué la novela le ha gustado pero no le ha convencido, aludiendo a su falta de ganas de hablar con el autor al terminarla. Como veis, las referencias culturales no solo iban a ser televisivas...

Como ya os dije en otra ocasión, siempre encuentro alguna frase con la que quedarme de las novelas de Maugham, y de esta siempre me llamó la atención la definición que se hace de nuestra lengua:

Debe usted aprender español. Es un idioma noble. No tiene la suavidad del italiano, pero posee grandiosidad; no es el murmullo del arroyo, sino la voz tumultuosa de un torrente.

Por cosas como esta genial metáfora es por lo que yo también considero esta novela como un chaleco salvavidas.




domingo, 24 de marzo de 2013

Continuidad de los parques, de Julio Cortázar



Nunca me ha gustado la literatura hispanoamericana. Ya está, ya lo he dicho. No he leído nunca Pedro Páramo, ni La ciudad y los perros, pero sí Cien años de soledad y no me gustó nada. Supongo que todos tenemos nuestros pequeños odios culpables, solo que en este caso yo no tengo culpabilidad ninguna. Eso sí, dentro de todo ese realismo mágico y del boom de estos autores hay uno que yo rescataría, y ese es Julio Cortázar.

¿Por qué? Porque Cortázar me parece un buen escritor, pero un buen escritor de los de verdad, de los que innovan, se arriesgan y manejan el lenguaje a su antojo, de los que escriben por necesidad y con pasión, y como fruto de todo eso tenemos obras de arte maravillosas. No tengo esa misma apreciación del colombiano, ya sabéis a quién me refiero... pero no es mi intención crear polémica, sino hablaros de un genial cuento del genial argentino.

Descubrí "Continuidad de los parques" el primer día de facultad, y desde entonces no he dejado de leerlo y deleitarme con cada línea. ¿Cómo es posible decir tanto sobre la literatura y la vida en apenas dos párrafos?

Si no lo habéis leído nunca, "Continuidad de los parques" pertenece a la colección Final de juego, publicada en 1956 (aunque este cuento no se añadió hasta su segunda edición). Pero también podéis leerlo haciendo click aquí. Si por el contrario ya lo habéis leído..., seguro que también queréis hacer click, ¿me equivoco?

También os dejo arriba una grabación del propio Cortázar leyendo su cuento que puede resultar muy curiosa, pues su voz y su acento eran claramente muy peculiares. Como su literatura.



sábado, 23 de marzo de 2013

El arpa de hierba, de Truman Capote


Truman Capote y Harper Lee

Si mal no recuerdo, El arpa de hierba fue el primer libro que leí de Truman Capote, hará ya unos 15 años, y me alegra haberlo vuelto a leer, no solo por el tópico de ver la historia con otros ojos (que también), sino porque cuando pasan tantos años ya es casi como si nunca lo hubiese leído. Y lo más curioso es que, por cosas de destino (o de mi club de lectura) ahora estoy leyendo Matar a un ruiseñor, de Harper Lee. Esto me complace no solo por la amistad que unía a sus autores, sino también por la coincidencia de dos personajes en ambas novelas inspirados en la infancia de Capote.

El arpa de hierba, no sé si la habréis leído, trata sobre la tierna historia de Collin, un adolescente huérfano que vive en una pequeña población del sur de los Estados Unidos con sus dos tías solteras: Verena, seria y dominante, y Dolly, sensible y soñadora. Una discusión entre ellas provoca que Dolly tome la decisión de abandonar la casa e instalarse en un árbol, plan al que se van uniendo su amiga y criada Catherine, el propio Collin y otros personajes del pueblo que irán descubriendo, junto a Dolly, lo que es la libertad.

La historia, de nuevo, me ha gustado y creo que parte de la gran maestría de Capote consiste en conseguir que el lector empatice totalmente con sus protagonistas y se ponga enseguida del lado de Dolly. Quizá sea porque transmite una idea parecida a la que años después veríamos en El barón rampante, de Italo Calvino, y es esa continua sensación en nuestra infancia y adolescencia de que siempre nos intenten bajar de nuestro árbol, transición impepinable para la madurez.

Especialmente emotivo me ha parecido su final, algo esperable en un libro que resulta conmovedor desde la primera página a la última y sin desvelaros mucho aquí os dejo la reflexión del joven Collin sobre la vida, que coincide bastante con la mía:

He leído que el pasado y el futuro son una espiral cada una de cuyas vueltas contiene a la próxima y predice su forma. Quizá sea así, pero mi propia vida me ha parecido más bien una serie de círculos cerrados, de anillos que no se desarrollan con la libertad de una espiral. Para mí, pasar de uno a otro de esos círculos significa un salto, no un deslizamiento suave.

A mí me pasa lo mismo, y al igual que al joven Collin lo que más me desespera es el intervalo de tiempo entre un círculo y otro. Supongo que la vida algún día vendrá con un manual de instrucciones que te indique dónde y cuando saltar... Hasta entonces, nos quedan novelas como El arpa de hierba.





miércoles, 20 de marzo de 2013

Libros pendientes...



Todos tenemos esa lista de libros pendientes. Libros que ni siquiera tenemos en la mesita de noche esperando a encontrar hueco, sino de esos que suspiras por comprar o desesperas mientras se deciden o no a traerlo a la biblioteca. Algunos de los míos son los siguientes:

A propósito de Abbottde Chris Bachelder. A este libro le había echado ya el ojo en navidad, y tiene muy buena pinta. Parece tratar sobre un profesor de universidad abducido totalmente por la paternidad. Es curioso porque estas historias sobre el día a día de las desquiciantes tareas domésticas suelen tener como protagonista una mujer y me parece que puede llenar algún hueco en la literatura (alguien ya me ha confesado sentirse identificado con el protagonista).

¡Abajo el colejio!, de Geoffrey Willans, sobre las aventuras y desventuras del colegial Nigel Molesworth con un humor muy gamberro. La editorial Impedimenta parece que nuevamente rescata una clásico, esta vez anglosajón, prácticamente desconocido para lectores españoles.



No soy Sidney Poitier, de Percival Everett, autor del que sigo teniendo pendiente alguna que otra obra. Esta, simplemente, me apetece, y no sabría explicaros por qué...

La trama nupcial, de Jeffrey Eugenides. Tercera novela del autor de Las vírgenes suicidas y Middlesex. Ha tenido casi 10 años para escribirla y a pesar de apetecerme mucho leerla no las tengo todas conmigo, ¿defraudará?


lunes, 11 de marzo de 2013

Y la pregunta simple del día es... ¿el libro o la película?



Echándole un vistazo a Hello Giggles (una de mis páginas preferidas para perder el tiempo) leí un artículo muy interesante sobre las adaptaciones cinematográficas de libros: "Should books be made into movies?". Puede parecer que el enfoque de su escritora es un tanto naïf y sin embargo creo que es bastante atinado.

No me resulta fácil estar de acuerdo con los detractores de este tipo de películas, pero tengo que decir que en este caso estoy (en parte) de acuerdo en un punto en contra de las adaptaciones cinematográficas y es que no ayudan a desarrollar una interpretación personal de las novelas. Digamos que las películas te muestran una interpretación totalmente guiada, y a veces un tanto sui generis, de una determinada historia.

A todos nos ha pasado alguna vez eso de leer un libro que realmente nos ha gustado, y cuando hemos visto la película nos hemos encontrado con una interpretación de la novela totalmente simplista, personajes desdibujados y una historia mutilada sin responder realmente a ningún parámetro lógico. Por ejemplo, al escribir esto yo no puedo evitar pensar en Nunca me abandones, la fantástica obra de Kazuo Ishiguro, y su horrible adaptación cinematográfica, con excelentes actores, pero horrible igualmente.

Sin embargo también hay que decir que muchas veces estas interpretaciones pueden resultar enriquecedoras, hasta el punto de no reconocer el mismo gérmen entre novela y película. Tal es el caso de arriesgadas adaptaciones como La piel que habito, que poco se asemeja finalmente a Tarántula, de Thierry Jonquet, o Tristana, con la que no me atrevo a afirmar que supere a la obra de Galdós, pero en la que hay que reconocer el mérito de Luis Buñuel a la hora de darle un enfoque distinto y un final a la altura del personaje.

Otro punto a favor de las adaptaciones, que rara vez se cita cuando sale este tema incomprensiblemente controvertido, es el hecho de que muchas de ellas superan con creces su original escrito. No hace mucho yo citaba el caso de Drive, donde la película de Nicolas Winding Refn supera en todos los aspectos la novela de James Sallis. Pero se me ocurren otros casos: Los puentes de Madison, Blade Runner... 

Caso curioso es el de Stephen King, pues a menudo nos sorprendemos al ver que de novelas y relatos buenos pueden salir películas excelentes como Carrie, Misery, Cuenta conmigo... Y por supuesto, esa en la que todos estáis pensando: Cadena Perpetua.

Esta es una de las razones por las que siempre he visto injusto el tópico de "es mejor el libro", y poco sostenible la postura de que las adaptaciones no son viables o no deberían hacerse, más si tenemos en cuenta todos aquellos casos en los que los propios autores han decidido hacerse cargo de la adaptación: Clive Barker con Hellraiser, Ray Loriga con La pistola de mi hermano, Stephen Chbosky con The Perks of Being a Wallflower... Y no creo que todos estos escritores se hayan movido únicamente por el dinero, sino también por el hecho de que el lenguaje visual siempre puede aportar algo nuevo a las historias.

Por eso, si yo tuviese que hacer una lista de pros y contras como la del artículo de Hello Giggles tengo claro que la balanza se inclinaría en favor del cine que, en casos como el de Harry Potter, me ha hecho pasar ratos muy entretenidos y sin necesidad de leerme 800 páginas. Porque muchas veces se nos olvida que el tiempo es oro.

viernes, 8 de marzo de 2013

Literatura de mujeres


Grace Metalious
No hace mucho que comencé con Qwerty Libros tan solo con la intención de escribir pequeñas anotaciones sobre lecturas que voy haciendo así como algunas reflexiones sobre el mundo de la literatura, es decir, comenzó sin muchas pretensiones y sin muchas pretensiones continuará. La cosa es que me salí un poco del guion porque al terminar el año y comenzar otro nuevo pude ver en varios blogs la propuesta de retos, algo que no se me había pasado por la cabeza y que, a priori, consideré una idea fantástica (por eso yo me apunté a uno).

El caso es que hoy quería hablar de otra cosa o, mejor dicho, quería hacer una pequeña reflexión sobre algo muy concreto: el tema de las mujeres y los libros. ¿Y a qué viene todo esto entonces? Pues a que una cosa que me llamó poderosamente la atención fue ver en tantos sitios retos relacionados con libros escritos por mujeres. Al principio me pareció una buena idea, luego pensé que para qué apuntarme, siempre cumplo sobradamente con los números propuestos (ya no recuerdo, quizá 5, 10 o 15 novelas al año de estas características) y esto me llevó a reflexionar sobre el triste significado de estos retos...

Me explico: no me parecen tristes los retos sobre mujeres, más bien todo lo contrario, me parecen encantadores, lo que me parece triste es la necesidad de ellos, que nace sin duda de la conciencia de que la literatura escrita por mujeres pertenece a un género aparte. Esto no debería ser así, y no significa más que una cosa, que al igual que Simone de Beauvoir hablaba de un segundo sexo, podemos hablar también de una segunda literatura:  por un lado está la literatura, la de siempre, la primigenia, y luego la que hacen algunas mujeres.

Jacqueline Susann y S. E. Hinton
No puedo decir que esto para mí tenga sentido. En los tres meses que llevo escribiendo en este blog sobre literatura he escrito varias reseñas sobre obras escritas por mujeres: Las crónicas de la señorita HempelDiario de un ama de casa desquiciadaRebeldesSolo para mujeresMejor ManoloLa buena novela... No era consciente de ello y son, como veis, obras tan variopintas que sería muy atrevido meterlas en el mismo saco.

Y diré más, estas obras representan solo una pequeña muestra de lo que son mis lecturas habituales, mis lecturas de los últimos meses para ser más concretos. No me costaría trabajo tampoco coger un puñado de mis novelas preferidas de todos los tiempos y de ahí escoger las que, casualmente, están escritas por mujeres: Rebeca, de Daphne du MurierPeyton Place, de Grace Metalious, Nada, de Carmen Laforet, Cumbres borrascosas, de Emily BrontëEl valle de las muñecas, de Jacqueline Susann... Y como las mujeres parece que también son personas y no el súmmum de la perfección, tampoco sería difícil coger otro puñado más grande de obras algo más mediocres pero que me han dejado satisfecha y de ahí rescatar La librería, de Penelope Fitzgerald, Metafísica de los tubos, de Amélie Nothomb o Extraños en un tren, de Patricia Highsmith.

Daphne du Maurier
E incluso, por qué no confesarlo, yendo a esas lecturas que tanto nos deleitan aunque no sean tan sesudas, mi estantería está bien poblada con obras de Marian Keyes y Charlaine Harris (y muchos hogares están bien servidos con una buena ración de J. K. Rowling). Y cito a estas autoras porque este tipo de literatura, para mí, es igual de necesaria.

Mi reflexión es: ¿de verdad sigue siendo necesario hablar de literatura de mujeres o para mujeres? Tristemente parece ser que sí, porque si no no se harían esos retos, ni habría autoras de las que prefieren firmar solo con sus iniciales, ni yo estaría ahora mismo escribiendo esto.

Por esto, y por otras muchas cosas: feliz Día Internacional de la Mujer.

sábado, 2 de marzo de 2013

El velo pintado, de Somerset Maugham




Como ya os comenté hace un par de meses, siento debilidad por Somerset Maugham y era por tanto para mí impensable escribir sobre literatura sin comentar sus obras. Tampoco penséis que se trata de una lectura reciente, pues leí El velo pintado hará ya un año pero,  aunque parece  ser una obra menor dentro de su extensa producción, la historia me encantó.

Kitty considera que con 25 años y su hermana menor ya prometida es hora de casarse, y para ello escoge a un candidato que parece conveniente: Walter, un médico bacteriólogo del que no está enamorada y que vive en Shangai. Allí Kitty tendrá una aventura con un vicecónsul americano, lo que lleva a Walter a tomar la decisión de trasladarse con su mujer a un recóndito pueblecito chino en pleno brote de cólera.

Lo que más me ha gustado de esta novela es que no es lo que parece y no responde a ningún estereotipo. Aunque pueda presentar a su protagonista como una joven frívola y caprichosa, vamos viendo el camino de Kitty hacia una madurez que le hace replantearse su vida. Y su final no es nada típico.

Curioso me parece el tema del título, que está traducido literalmente y parece no tener mucho sentido en español. Ya resulta una costumbre  en Maugham el usar títulos crípticos para sus obras, y este caso no iba a ser menos. Intentando averiguar el significado de "the painted veil" he leído varias cosas, en primer lugar que la expresión está sacada de un soneto de Percy Shelley, pero también que puede hacer alusión al velo de una novia, normalmente blanco, que al estar pintado representa algo que no es puro, quizás haciendo alusión a toda una sociedad corrompida. No me parece desencaminada esta interpretación, ya que los colores tienen cierta importancia en la novela (por ejemplo, las monjas que Kitty conoce en la pequeña localidad china visten completamente de blanco).


La última adaptación cinematográfica del mismo título, El velo pintado, aunque es en algunos aspectos fiel a la novela, termina alejándose en su trama por completo, pero el resultado igualmente está a la altura. No os desvelaré mucho, pero sí os diré que Kitty decide hacer borrón y cuenta nueva con su matrimonio de una manera algo distinta, y el resultado es una historia de amor nada convencional.

Para mí hay varias razones para ver la película, pero sobre todo destaco sus paisajes y la química que hay entre sus protagonistas, Edward Norton y Naomi Watts, cuya extraña relación termina siendo muy convicente.

Y por supuesto, os animo también a leer la obra de Maugham por una sencilla razón: porque es eso, una obra de Maugham.




viernes, 1 de marzo de 2013

Doña Berta, de Leopoldo Alas «Clarín»




La próxima semana se estrena por fin Los amantes pasajeros, y digo "por fin" porque soy una gran seguidora desde hace muchos años de Almodóvar. "¿Y esto qué tiene que ver con esta entrada?", pensaréis vosotros, "¿pero esta mujer no venía a hablarnos de su última lectura para el reto Seamos Realistas?", y sí, a eso iba yo.

Lo que pasa que no pude evitar acordarme de cuando a Almodóvar le dieron el premio Príncipe de Asturias, y en una de las entrevistas declaró que siempre tuvo como tarea pendiente rodar una adaptación de la obra de Clarín que nos ocupa. En su momento lo primero que pensé fue que el manchego lo había dicho en un arrebato de agradecimiento, así como para hacerle creer a la gente que de verdad se le había pasado por la cabeza rodar una película en Asturias, pero no pasó mucho tiempo hasta que me caí con todo el equipo: al igual que ya en La mala educación podíamos ver un cartel de la entonces ficticia Los amantes pasajeros, en la decepcionante Los abrazos rotos podíamos ver el de Doña Berta.

El caso es que a mí siempre me ha gustado Clarín pero por unas cosas o por otras nunca había leído este relato, y sobre todo desde entonces fue subiendo puestos entre todas mis lecturas pendientes. Juraría que normalmente se publicaba junto con Cuervo y Superchería, y pensaba leer los tres juntos, pero al final solo los encontré por separado y por separado los leeré. De momento este año he sacado tiempo para Doña Berta, y de él os quiero hablar.

Esta novela corta nos cuenta la historia de doña Berta, una señora mayor y soltera, que vive junto a su criada en Posadorio, un pequeño pueblo del norte de España. Última de la estirpe de los Rondaliego, dedicará sus últimos días a recordar a su único amor, con el que nunca llegó a casarse, y a su único hijo, del que fue separada nada más nacer. Un buen día doña Berta se encuentra cerca de su casa con un pintor y será uno de sus cuadros el que la tenga en vilo tras creer reconocer en él a su hijo.

La historia, aunque corta, es intensa en cuanto a todos los sentimientos que puede despertar. Por medio de ese empeño de la protagonista por enmendar la supuesta deshonra y recuperar parte de su pasado, Clarín nos habla de la maternidad, el amor, la soledad, la duda..., y todo ello de una forma que de triste resulta pesada, pero también maravillosa.

Os la recomiendo a ciegas, son solo 11 capitulitos que no os llevarán ni un día, y todos la deberíais leer. A no ser, claro, que prefiráis esperar a ver si Almodóvar cumple con lo dicho.




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