Hoy, para animar esta Semana Santa, os voy a hablar de una de mis novelas preferidas de todos los tiempos: Servidumbre humana. Me he animado a ello a raíz de comprobar con mis anteriores publicaciones sobre Somerset Maugham que hay mucha más gente ahí fuera que ama su literatura.
Este libro es tan especial para mí que merece que su historia también sea contada. Como ocurre con tantas cosas en la vida, llegué a él por casualidad, y es que me intrigó cuando vi que lo nombraban en un capítulo de Buffy, cazavampiros. En este capítulo ("The freshman", temporada 4, capítulo 1), un personaje lo mencionaba como su "chaleco salvavidas", una forma mucho más hermosa de designar a nuestro libro de cabecera, y Buffy hacía, como siempre, un chiste muy gracioso pero intraducible en el doblaje, que consistía en una mala interpretación de la palabra "bondage" del título original.
Llegados a este punto, lectores anónimos, y sabiendo que no me conocéis de nada, me veo en la obligación de soltaros una pincelada sobre mí misma, aunque sea yo poco amiga de airear intimidades vía internet..., pero ahí va: Buffy, cazavampiros es mi serie preferida de la historia de la televisión. Con esto quiero decir que no me quedó otra opción que hacerme con la novela para leerla.
La compré en mi librería de confianza (que muy lamentablemente ya no existe) y, tras descubrir que era también una de las novelas preferidas de mi madre, enseguida comencé a pasar páginas y a sentirme atrapada por la historia del joven Philip Carey. Ya desde el prólogo (aunque lleve un spoiler de regalo) te sientes implicado con la trama y, al menos en mi caso, vives con intensidad cada etapa de la vida de su protagonista.
La historia, más o menos, no deja de ser la de las inquietudes del joven Philip, un muchacho huérfano criado con sus tíos, con el lastre no solo de su propia desgracia sino de la tara física que le acompaña desde el momento en el que nace. Aunque parecen tener una vida preparada para él, no le interesa convertirse en un gentleman sino sofocar sus inclinaciones artísticas, y para ello viajará a Alemania y a Francia, terminando por volver su Inglaterra natal para, derrotado, decidirse a estudiar medicina.
Si cambiamos algunos detalles, como que Maugham no era cojo como Philip, pero sí tartamudo, y que en lugar de interesarse por la pintura se interesó por la literatura, podemos darnos cuenta de que la novela encierra en parte una autobiografía, que hace que la historia esté contada con una intensidad inusual en este tipo de novelas, ya que podría considerarse, incluso, literatura juvenil.
Ni que decir tiene que os he hecho una sinopsis de lo más simple y que la historia, que prácticamente empieza en el momento en el que Philip se traslada a Londres y decide convertirse en médico, encierra en realidad muchos más matices que están ahí por descubrir, como su tormentosa relación con Mildred o su entrañable amistad con el señor Altheny. Sobre todo para nosotros es bien curioso este último personaje, que nos hace ver nuestro país con los ojos de un extranjero.
Como curiosidad, esta novela puede insertarse dentro del género denominado bildungsroman, que traducido directamente del alemán podemos decir que se refiere a las novelas de aprendizaje, protagonizadas generalmente por un adolescente. En otra novela claramente representativa de este género, El guardián entre el centeno, se hace alusión a Servidumbre humana de una forma bastante curiosa. Holden Cauldfield argumenta el por qué la novela le ha gustado pero no le ha convencido, aludiendo a su falta de ganas de hablar con el autor al terminarla. Como veis, las referencias culturales no solo iban a ser televisivas...
Como ya os dije en otra ocasión, siempre encuentro alguna frase con la que quedarme de las novelas de Maugham, y de esta siempre me llamó la atención la definición que se hace de nuestra lengua:
Debe usted aprender español. Es un idioma noble. No tiene la suavidad del italiano, pero posee grandiosidad; no es el murmullo del arroyo, sino la voz tumultuosa de un torrente.
Por cosas como esta genial metáfora es por lo que yo también considero esta novela como un chaleco salvavidas.