viernes, 31 de mayo de 2013

Feminist Ryan Gosling


Me vais a permitir esta micro entrada para que os cuente que hace unos días me regalaron este libro, Feminist Ryan Gosling (Feminist Theory from Your Favorite Sensitive Movie Dude), que me ha encantado y me ha parecido muy curioso así que os lo enseño (además, esto se llama Qwerty Libros, no Qwerty Novelas, ¿verdad?).

Se trata de una recopilación del blog Feminist Ryan Gosling, una curiosa idea de ligar fotografías del actor con frases relacionadas, en mayor o menor medida, con el feminismo, pero siempre muy ingeniosas. Mi preferida es esta:


Esta idea tan simple pero efectiva fue ganando popularidad con el meme "Hey girl", hasta el punto de que la creadora, Danielle Henderson, ha tenido la oportunidad de recopilar muchas de estas frases en un libro que ha acompañado de un prólogo donde nos cuenta cómo surgió la idea del blog.

Os lo recomiendo,  no os vayáis a pensar que es tan superficial como parece, resultan muy provechosas las alusiones a las teorías feministas (si eres una persona curiosa, aprenderás mucho googleando) y es muy divertido, por no decir que no debéis subestimar el poder de Ryan Gosling.


sábado, 25 de mayo de 2013

Levantad, carpinteros, la viga del tejado




Cuando comencé a leer este libro (publicado conjuntamente con Seymour, una introducción en 1963) me gustó la sensación de reencontrarme con Buddy Glass, pero también es cierto que la sensación es agridulce porque es ya lo último de Salinger, quiero decir, el último libro que publicó y también el último que yo he leído porque, sin darme cuenta, he ido leyendo todas sus obras en el orden en el que se publicaron.

Para quien no lo sepa y quiera situarse, Levantad, carpinteros, la viga del tejado es un relato escrito por J.D. Salinger donde aparecen los hermanos Glass, que yo ya conocía por Franny y Zooey (1961) y algunos cuentos incluidos en Nueve cuentos (1953). Esta curiosa familia neoyorkina se compone de 7 hermanos, y esta obra se centra en los dos mayores: Buddy, eterno narrador que nos habla desde sus 40 años del presente, y Seymour, al que ya habíamos conocido en el cuento "Un día perfecto para el pez plátano", donde se narra su trágico final.

En esta ocasión la historia se desarrolla el día de la boda de Seymour, aunque este personaje nunca llega a aparecer. Está narrada por su hermano Buddy, único asistente de la familia del novio, que se hallaba en aquel momento haciendo el servicio militar. Seymour no se presenta, y por culpa de un atasco Buddy queda atrapado en un coche con otros invitados oyendo, por supuesto, las especulaciones sobre el novio.

Lo que más me ha gustado del relato es, al igual que vemos en Seymour: una introducción, la narración de un Buddy que mira al pasado intentando llenar huecos, y la manera en la que retrata a su hermano mayor, todo un referente para la familia, y para él, en concreto, un amigo y compañero espiritual, pero también un hombre inmaduro, profundamente pesimista y con ciertos problemas mentales.

Me ha parecido especialmente conmovedor el principio, en el que introduce al lector en la historia por medio de una anécdota: una noche en la que por una epidemia de paperas trasladan a la pequeña Franny a la habitación de los hermanos mayores, esta no puede parar de llorar y Seymour decide calmarla leyéndole un cuento taoísta sobre el buscador de caballos de un duque que tiene que encontrar un sucesor para su trabajo, alguien que sepa obviar los detalles triviales y se guíe por lo espiritual. El propósito está claro, el lector ya conoce a la familia Glass y sabe que Seymour hace tiempo que se ha suicidado en el momento que comienza la narración, y como dice Buddy:

"Desde que el novio se retiró definitivamente de la escena no he conocido a nadie a quien pueda encomendarle que salga a buscar un caballo en su lugar."

A pesar de que el personaje de Seymour lo llena todo, de especial interés me ha parecido el curioso viejecito con el que coincide Buddy en la boda. Aunque extraño y taciturno (sordomudo en realidad), es el único con el que nuestro narrador llega a empatizar. Y esto me encanta de las obras de Salinger, que no hay personajes malos ni poco definidos, cada uno de los actos y conversaciones que se llevan a cabo en sus obras terminan teniendo una importancia del todo relevante para el lector, con el que nuestro narrador ya ha creado una total complicidad.

Y cuando hablo de complicidad no me refiero solo a los constantes guiños al lector, también nos sentimos partícipes porque con la familia Glass se ha creado todo un universo literario que gira en torno a un Nueva York que se nos antoja que no hemos conocido cuando en realidad nunca ha existido... Y esto a mí, queridos lectores, me parece magnífico.

Supongo que muchos de vosotros hayáis leído El guardián entre el centeno, y tanto si os ha gustado como si no, os recomiendo que le hagáis un hueco a Levantad, carpinteros, la viga del tejado. Pensad que solo tres obras fueron suficientes para que Buddy Glass demostrase que sabía hacer algo más que escribir sobre adolescentes gruñones. 

Perdón, donde dije Buddy Glass quería decir Salinger.


domingo, 19 de mayo de 2013

Un extraño en París, de W. Somerset Maugham


Como os comentaba hace tiempo, no me resulta fácil leer obras de Somerset Maugham, porque la mayoría de ellas parecen no tener traducción o estar descatalogadas, así que cuando vi que Ediciones B había publicado recientemente una de sus novelas, Un extraño en París, me ha faltado tiempo para leerla.

Esta obra rompe para mí con el tópico de Maugham de sus títulos. Ya no se trata de una expresión descontextualizada a la que le encontraremos sentido a medida que vayamos desgranando la historia (algo que ocurría con Servidumbre humana, El velo pintado y El filo de la navaja), sino que su título original es simplemente Christmas Holiday y en español la han llamado, torpemente a mi parecer, Un extraño en París.

Escrita en 1939, la historia es la siguiente: Charley Mason, un jovencito inglés de familia acomodada, decide pasar las vacaciones de navidad en París, donde presuntamente se reencontrará con su amigo Simon, pero sus vacaciones no serán lo que él esperaba al conocer a Lydia, una prostituta rusa con la que descubrirá poco a poco los bajos fondos parisinos, y al ver en lo que su amigo se ha convertido.

He visto que a menudo catalogan esta novela como policíaca, pero si sois amantes de la novela negra os sentiréis altamente decepcionados porque no es el caso. Es cierto que Charley va descubriendo poco a poco cómo Lydia ha llegado al burdel donde la conoce, y su historia está relacionada directamente con un asesinato cuyos detalles son para nuestro protagonista las piezas de un puzzle que intenta encajar. Sin embargo, esta trama que podemos calificar como de intriga, es tan solo la excusa del autor para poner a su protagonista ante un mundo totalmente desconocido para él.

Queda claro, en seguida, que Charley aprenderá mucho de ese viaje y que la joven rusa le abre la puerta a un un mundo diferente, como si al cruzar el canal de la Mancha nuestro protagonista hubiese descendido a un submundo dramático y sórdido, predecesor sin duda de épocas mucho más convulsas, pero que se percibe como más real que el vivido hasta entonces en su apacible Londres:

Experimentaba algo que no había sentido jamás. Le parecía como si de pronto se hubiese rasgado un velo que pintaba el mundo de agradables y familiares colores, y se encontrara de repente ante una sombra convulsa y retorcida por el dolor.

No podía faltar un parrafito de la novela, que condensa muy bien el espíritu de la misma, y que además me pareció curiosa por esa alusión, de nuevo, al velo pintado.

Dicen que Maugham con Un extraño en París pretendía plasmar la ignorancia de la clase acomodada británica ante la situación dramática que se estaba viviendo en el continente en la época de entreguerras, y algo me dice que con esta novelita (corta y sencilla, pero tremendamente efectiva), lo consiguió. Os la recomiendo.



miércoles, 15 de mayo de 2013

Storytelling (Todd Solondz, 2001). De cine y literatura


Puede que ahora mismo estéis un poco confusos porque en realidad esto se supone que es un blog de literatura, y no de cine, pero echaron esta película hace unos días en la tele y me pareció pertinente comentarla porque, como indica el título original, Storytelling (estrenada en España como Cosas que no se olvidan) nos habla del concepto de la narración, y me pareció muy interesante.

La película se compone de dos partes: "Fiction" (más corta) y "Nonfiction". De especial interés me pareció la primera que, con un humor muy negro pero real como una bofetada, nos sumerge de lleno en el mundo de la creación literaria y la eterna idea de la literatura como imitación de la vida, pero literatura al fin y al cabo.

La historia se centra en la clase de literatura creativa de una universidad, donde por medio de los comentarios de los alumnos vamos desgranando con risas el valor de la narración. Ni qué decir tiene que las reflexiones de universitarios que se creen escritores siempre producen ternura y hacen que se te escape una sonrisa condescendiente.

El gran acierto llega cuando se analiza el cuento escrito por su protagonista, Vi (Selma Blair), donde relata el encuentro que ha tenido con el propio profesor y donde se pone en tela de juicio  la escandalosa frase "negrata, f---- con fuerza". La mayoría de los alumnos ven racismo en la frase, otros la tildan de machista, y algunos creen que la situación narrada no es para nada realista ni creíble, pero Vi usa como única defensa el hecho de estar basado en una historia real: son los hechos tal y cómo ocurrieron. Pero, ay, amigos, ya lo decía Lope de Vega, que siempre es preferible lo imposible verosímil a lo posible inverosímil...

Es de perogrullo, pero no por ello menos cierto, que como bien dice el profesor tras escuchar sin pestañear el relato, una vez que la historia se comienza a escribir se convierte en ficción. Y así es, no hay vuelta de hoja ni se me ocurre mejor manera de transmitir esta idea que para mí está tan clara pero que a menudo se confunde (baste recordar algún caso de algún libro escandaloso y polémico donde se argumentaba repitiendo una y otra vez la palabra "autobiografía", sin que poco importase que, efectivamente, se tratara de un libro).

No os voy a contar más sobre la película, porque creo que deberíais verla y extraer vosotros mismos vuestras conclusiones, pero antes de terminar, el momento de la anécdota del día: recuerdo que cuando se estrenó Storytelling fui a verla al cine y, ya empezada, una madre con sus dos cachorrines entró en la sala y se sentó bien adelante. Al minuto, la tórrida escena de Selma Blair con su profesor y la frasecita de marras repetida hasta la saciedad: se levantó como un resorte la pobre mujer. Quiero pensar que se habían equivocado de sala.

domingo, 12 de mayo de 2013

La tienda y la vida (Dietarios), de Isabel Sucunza



Confieso que cuando me puse a leer este libro lo hice solo por dos razones: me gustó el título y me llamó la atención la portada (siempre se me van los ojos al rojo, una que es simple y funciona por estos impulsos). Y con el gusto de no saber lo que te vas a encontrar al pasar las páginas, abrí La tienda y la vida, de Isabel Sucunza, y me puse a leer.

En primer lugar, aviso para navegantes: como habéis podido suponer por el subtítulo que lleva el libro, no se trata de una novela, sino más bien de una especie de diario donde la autora junta continuas referencias literarias no aptas para amateurs con agudas reflexiones sobre los aspectos más cotidianos de la vida (frases como "la tele está diciéndote continuamente qué pensar, el gotelé no" se me han quedado grabadas).

Lo más destacable es su narradora, a veces compleja, que todavía no sé si efectivamente coincide con la autora o es solo una vaga impresión, que juega con la realidad y la imaginación diseccionando los aspectos más variopintos de la vida desde su segundo trabajo (vaya, ser pluriempleada en este país tiene mérito, además de ser una triste suerte) como dependienta en una tienda de ropa.

Lo sorprendente del libro es que estas reflexiones, que resultan a veces realmente hilarantes, tienen una chispa que te impide despegarte del libro, y a veces dan en el clavo formulando lo que pensamos y nunca hemos expresado de manera abierta. Por ejemplo, cuánta verdad encierra el capítulo 2 y sus ideas sobre las encuestas (y es que es verdad, qué grande es el mundo y qué perezosos nosotros para conformarnos con el estudio de turno), por no hablar del crowdfounding y lo atinado de llamar ladrones de guante blanco a todos esos supuestos artistas que sablean a amigos y almas cándidas en general.

Su autora, Isabel Sucunza, se mueve así en la fina línea que separa una lectura inteligente de la más pura pedantería, algo de lo que a posteriori he podido ver que se le acusa sin piedad, pero tampoco parece que le importe y creo que ese es el encanto del libro.

En definitiva, os lo recomiendo, porque es un libro realmente entretenido e ingenioso, pero no nos engañemos, La tienda y la vida es divertido, pero no por ello simple, al contrario: me resultó un libro un tanto complicado. Complicado a la hora de intentar clasificarlo, complicado a la hora de leerlo y extraer todo su jugo, e incluso complicado al intentar hacer una reseña y hablaros sobre él.


viernes, 10 de mayo de 2013

Miau, de Benito Pérez Galdós


Tal día como hoy, pero hace 170 años, nacía Benito Pérez Galdós. Creo que no hace falta que diga que don Benito, aquel llamado Garbancero por un Valle-Inclán con muy mala leche, es de mis escritores preferidos.

Hace tiempo os escribía una pequeña reseña sobre El amigo Manso, novela que os recomendé y que os animo a leer, pero como homenaje os recomiendo mi preferida, Miau, cuyo encanto está en que tristemente os parecerá muy actual.

La historia es la de un cesante, Ramón Villaamil, ex trabajador del Ministerio de Hacienda que se encuentra sin trabajo y sin posibilidad de jubilarse por no haber sabido arrimarse a gente influyente. Ramón vive en una casa modesta de la calle del Pez en Madrid con su mujer, su cuñada, su hija y su nieto Luisito, auténtica alma de la novela. Con una familia que mantener y sin posibilidad de retirarse, nuestro protagonista irá hundiéndose poco a poco en la miseria más absoluta.

Quizá podría decir que, de todas las novelas de Galdós que he leído, Miau es en parte la más realista de todas, pues nos presenta sin cortapisas la sociedad de apariencias del Madrid decimonónico y expone al lector de manera muy cruda una realidad miserable de la España de la época, como es la de la falta de futuro de los cesantes, trabajadores abocados a un desempleo permanente con los cambios de gobierno.

Sin embargo, la curiosidad de esta novela es la animalización de todos los personajes, que acompañada de la entrañable humanización de Canelo, el perro de la familia, da como resultado un reflejo de la sociedad totalmente deformado (¡ja! ¿quién inventó el esperpento?), que aunque se aleja del realismo funciona perfectamente y hace de esta la que es, para mí, la obra más especial del autor.

Como muestra aquí os dejo su magnífico principio, párrafo que, sin saber por qué, se ha transformado con los años en mis líneas preferidas de toda la historia de la literatura:

A las cuatro de la tarde, la chiquillería de la escuela pública de la plazuela del Limón salió atropelladamente de clase, con algazara de mil demonios. Ningún himno a la libertad, entre los muchos que se han compuesto en las diferentes naciones, es tan hermoso como el que entonan los oprimidos de la enseñanza elemental al soltar el grillete de la disciplina escolar y echarse a la calle piando y saltando.

Otros tendrán a Dickens, a Balzac o incluso a Tolstoi, pero para mí Galdós es un escritor que no tiene parangón.




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