Creo que La sal de la vida entrará en mi lista de grandes decepciones, lo que tiene mucho mérito habida cuenta de que me puse a leerlo por casualidad y sin esperar absolutamente nada de él. Bueno, tanto como nada no, a mí me gusta que al menos no se tome al lector por tonto.
Esta obra de Anna Gavalda (no había tenido nunca el gusto), que no sé muy bien si clasificar como novela, novela corta, cuento largo, o qué, trata de lo siguiente: Simone, Garance y Lola son tres hermanos que se dirigen a la boda de un familiar, pero justo antes de la ceremonia deciden huir para visitar a su hermano pequeño, Vicent, que trabaja como guía en un palacio.
Hasta aquí parece que nos prometen una historia emotiva y humorística sobre la familia, como esas típicas películas independientes europeas. Pero lo que para mucha gente es la recreación de la infancia robada de unos hermanos, para mí no es más que un relato pedante y pretencioso donde
Tengo que admitir que durante las primeras páginas el libro me estaba resultando entretenido (aunque tampoco gracioso y mucho menos hilarante) pero para mí la historia fue fallando a medida que conocía a sus protagonistas. Para los que ya la hayáis leído, creo que me vais a entender perfectamente cuando digo que no me siento para nada identificada con Garance, el primer personaje que nos presentan, y sin embargo sí con su cuñada. Y el resto de los hermanos no salen mejor parados.
Además, y esto es una cuestión personal, nunca me han gustado las novelas con referencias culturales tan descaradas y obvias. Sinceramente, ese final de 3 páginas citando canciones de Björk, Pulp y Jeff Buckley se me indigestó un poco.
Eso sí, no todo es malo y La sal de la vida tiene un gran punto a su favor: su extensión. Creo que no hubiese aguantado ni una página más de las 150...
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